Todo comenzó con un sentimiento.

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— ¡Itachi no haría eso! —gritó Sakura, sin poder creer que a Sasori no se le ocurriera una idea peor.

—No estoy mintiendo, ¿qué ganaría con hacerlo? —espetó Sasori, con el usual desdén. —Itachi me dijo que si iba a Sunagakure, informando lo que pasaba en Konoha, podría quedarme contigo. La ayuda está aquí y fue difícil conseguirla, incluso traje a otra aldea; en ambas estuvieron a punto de matarme los respectivos Kages. Deberías estar más agradecida.

Sakura se encorvó, subiendo los hombros y bajando la cabeza. Era mentira. Itachi jamás le haría eso.

—Mientes. —siseó con rabia. —Pensé que habías logrado cambiar un poco, pero no.

—Un asesino no cambia de la noche a la mañana. —rechistó Sasori, ahora serio. —La única razón por la que te seguí, era para obtener la respuesta a la pregunta que me hice; también porque me interesa obtener tu cuerpo para hacerlo una de mis marionetas.

—Entonces, ¿vas a matarme? —Sakura escupió a un lado, se puso recta y fue su turno para mirarlo con desdén.

Sasori pareció dudar. —Si te mato, no me quitaré a Sasuke, Naruto, Itachi, Rock Lee...

— ¡Ya entendí! —farfulló Sakura, ruborizándose.

—Tengo una propuesta para ti. —dijo Sasori; Sakura captó un pequeño destello de interés en sus ojos. —He pensado que quizás sirves más viva que muerta.

—Que considerado. —Sakura rodó los ojos, cruzándose de brazos.

—Trabajarás conmigo, cuando lo pida y como lo pida. —ordenó Sasori, con dos de sus dedos logró mover ambos brazos de Sakura, separándolos con delicadez y poniéndolos a su costado por más que Sakura intentó resistirse. —Es el mejor trato que tendrás de mí.

— ¡Mi cuerpo no te pertenece! —rechistó ella. —Yo no hice el trato contigo.

—Pero ocuparas la ayuda, ¿no es así? —Sasori entrecerró los ojos con una retorcida diversión que hizo a Sakura echar humo por lo enojada que estaba.

— ¿Y qué harás si no puedes obtener lo que quieres? —espetó, sintiéndose superior por un momento. —La ayuda no la puedes deshacer.

—Puedo eliminarla. —y el aire se volvió cortante. —Aún tengo conmigo la marioneta del tercer kazekage, Sakura. La arena de hierro.

—Podría acabar contigo ahora mismo.

— ¿A qué costo? —declaró sin intimidarse. — Antes de que tú logres si quiera tocarme, ¿Cuántos no morirán por la llovizna de hierro? ¿Con la recolección de hierro: clavo de cinco soles? ¿A cuántos podrás salvar? ¿Cuántos podrá salvar Itachi que no sean los que estén a su alrededor? Tus alas de acero se han ido.

Sakura supo entonces que estaba acorralada entre el tiempo de ataque y los muertos. Konoha ya había sufrido demasiado.

— ¿Significa que me tengo que ir contigo?

—Aún no. —contestó Sasori. —Pero lo haremos un día.

Se sintió asqueada al momento en que asintió con la cabeza, las lágrimas querían brotar de sus ojos pero se contuvo, no le daría la satisfacción de verla llorar. Sasori volvió a ocultarse en el bosque, no sin antes darle una mirada rápida a Sakura; su anhelada libertad, había cerrado de nuevo la puerta en su cara.

Al salir del bosque le llegó todo el barbullo de la gente que recibía a los nuevos salvadores. Todos parecían bastante contentos y Sakura lamentó no poder compartir su alegría, incluso cuando una anciana le tomó las manos y le dijo que todo estaría bien, debía tener muy mala cara para que ella hiciera eso.

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