El lugar al que buscamos volver.

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A pesar de la sorpresa que conllevó que Kakashi y Naruto estuvieran ahí, apenas se permitieron una respiración antes de que el silencio se volviera sonido, en un eco resonante de kunais chocando contra el otro y patadas que lastimaban la piel y huesos contrarios, Sakura miró a su excompañero de equipo atacar sin piedad a Itachi, quien apenas le podía seguir el ritmo debido a su anterior pelea con Sasuke.

Lo que Sakura encontró más espeluznante no fueron los ataques incesantes a un moribundo Itachi, ni aquellos ojos nublados que opacaban toda la luz que era Naruto; fue el hecho de que el kyubi no estuviera emanando de él. No estaba siendo controlado por el enojo. Estaba siendo Naruto, en todos sus cabales.

¿Desde cuándo había tenido ese cambio? Y más importante, la culpabilidad comenzó a recaer sobre ella una y otra vez.

Era su culpa.

Porque lo había dejado solo. Porque Sasuke la siguió. Porque no pudo protegerlo como debió.

— ¡Sakura! —el grito de Kakashi rápidamente le puso los pies en la tierra, sin embargo, fue derribada en un instante por las enormes serpientes que se le lanzaron encima, mordiéndola en los brazos y piernas.

Lo primero que hizo su antiguo maestro fue sacarle una de esas serpientes de encima al clavar un kunai en la cabeza de esta, la otra fue derribada por la misma Sakura, dándole una patada que logró partir al reptil por la mitad. Sakura se puso de pie en un salto, observando al sujeto que venía acercándose entre las sombras, con la capucha de nuevo ocultándole el rostro y resaltando esos ojos amarillentos, llenos de sed de sangre.

—Fue muy duro tu golpe, Sakura. —se quejó Kabuto, formando una sonrisa tétrica en el rostro. —Casi me rompes el cuello.

—Pues que pena haber fallado. —contestó ella, tomando posición defensiva.

—Supongo que no eres el mismo saco de boxeo que me encontré antes. —él seguía de pie, justo a unos metros de ella, no obstante, sus palabras se sentían como si le estuviera rozando cada milímetro de su piel. —Está vez eres un tronco difícil de romper...

Lo primero que hizo Sakura fue tomar el brazo que en un instante estuvo a centímetros de su rostro, metiendo un potente rodillazo en la base del codo, logró romperlo y que un chorro de sangre saliera a través de él. Kabuto aulló de dolor. No obstante, el cuello de Sakura fue apresado por una pequeña serpiente, y el chico con el otro brazo aprovechó para tomar su cabeza con fuerza e intentar quebrarla contra el suelo. Sakura rebotó contra el suelo, dándole prioridad al hecho de la asfixia, se logró quitar la serpiente y la reventó en sus manos.

Kakashi ya estaba al lado de Sasuke, preocupado por su recuperación, su pecho parecía respirar cada vez más lento, necesitaba el ninjutsu médico de Sakura.

No fue hasta que el cuerpo de Itachi estampó con el de Kabuto que volvieron a prestarles atención a los otros dos. Sakura se levantó del suelo, veía doble debido al golpe pero estaba segura que no le hizo hemorragias internas. En cambio, al alzar la mirada, mientras el primer trueno acompañado de rayo relucía por el cielo nublado que ya guardaba por completo a la luna, notó el cuerpo ensangrentado de Itachi Uchiha.

—Deja que me encargue de estos dos. —ordenó Naruto, caminando a ellos, acompañado de la lluvia que comenzó a caer encima de todos. Las gotas golpeaban continuamente el suelo, haciendo un ruido ensordecedor. —Concéntrate en curar a Sasuke, Sakura.

—Naruto.

Ella seguía observando el cuerpo desfallecido de Itachi y el enojo de Kabuto mientras se aplicaba la curación. Kakashi se puso de pie, alzándose la banda del ojo, liberando el sharingan. Sakura apretó el puño, llenándoselo de tierra; por supuesto que deseaba vengar a Sasuke, el cómo fue maltratado por Itachi le hacía hervir la sangre y al mismo tiempo, al ver a Itachi cubierto de sangre, le recordaba una y otra vez cuando juntos contemplaron las estrellas por primera vez.

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