Akatsuki.

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A partir de este capítulo las líneas de tiempo ya están conectadas.

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Sakura entendía ahora porqué la aldea oculta de la lluvia llevaba ese nombre, desde hace día y medio que llegaron, no paró de llover, e incluso antes que entraran, a lo lejos pudo apreciar el agua cayendo eternamente sobre la ciudad. A extrañeza de Sakura, no había aldeanos, solo ninjas que no daban buena pinta y a través de sus máscaras, Sakura podía sentir lo potente de sus miradas, pese a eso ninguno de ellos tenía la intención de atacarlos, al menos no todavía.

—Sakura. —llamó Lee, dándole una de las máscaras que Itachi consiguió para todos.

Dudo en ponérsela al principio pero al final lo hizo, dándose cuenta que podía respirar con total libertad e incluso mejor que cuando no la llevaba.

—Ni se les ocurra despegarse de mí, ¿entendido? —ordenó Itachi, bastante serio. —La razón por la que no nos atacan, es porque llevamos las mantas de Akatsuki y, ya han visto nuestros rostros, conocen nuestra presencia.

Lee y Sakura asintieron, avanzando detrás de Itachi y delante de Kisame. Sakura de vez en cuando alzaba ligeramente la cabeza para mirar los enormes edificios, que según Itachi, eran cementerios; un escalofrío recorrió a la chica, más que una ciudad de lluvia, era una ciudad de muertos.

Antes de que pudieran si quiera darse cuenta, un montón de hojas de papel se interpusieron delante de ellos, limitándoles el paso. A sorpresa de los dos de Konoha, tomó la silueta de una mujer, hasta formar el cuerpo por completo; Sakura se mordió los labios, ese jutsu era increíble.

—Konan.

—Dijiste que vendrías con un recluta, no dos. —dijo ella con un tono de voz monótono. Itachi se mantuvo sereno ante la mirada de Konan. —Elimina a alguno de ellos y te dejaremos seguir adelante.

Sakura casi por reflejo se puso delante de Lee, apretando los puños a la altura de su pecho, remarcando que si quería pasar sobre él primero tendrían que pasar encima de ella. Sin embargo, se ganó un golpe en la cabeza por parte de Kisame, haciéndola tambalear hacía adelante.

—Este es mi sirviente. —sonrió Kisame, tomando a Lee por los hombros. —Aunque ahora parece más enamorado de la chica que de su amo.

—Esa mentira no me va a convencer, Kisame. —suspiró Konan. —Y a Pain tampoco.

—Ya, al menos lo intenté. —dijo el hombre pez, encogiéndose de hombros. Sakura chasqueó la lengua, solo lo había empeorado todo.

—Solo déjalos pasar, Konan. —comentó la voz cantarina de Deidara, bajando del ave hecha de arcilla donde venía encima de un edificio. —Dime, ¿no crees que será bueno que Tobi se entretenga con ellos? Al menos me dejaría de molestar a mí.

—Tobi también es un recluta nuevo. —respondió la chica. —No podemos tener tantos.

—A comparación de mí, Lee no busca unirse al Akatsuki. —dijo Sakura, sacando valor de quién sabe dónde. Itachi buscó callarla, sin embargo, ella prosiguió. —Solo está aquí por mí.

—Sakura...—el hizo una mueca al saber lo que estaba intentando.

— ¿Si peleo con alguien tal y como lo hizo Sakura, me dejarás entrar? —preguntó Lee, seriamente. Konan se giró a él. —Como ella ha dicho, no me iré sin ella.

—Entonces simplemente te asesinaremos.

No quiere negociar nada. —pensó Sakura, preocupada. —Maldita sea, ¿qué puedo hacer para que me escuche...?

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