Perro sin nombre.

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Kizashi dio un suspiró, la garganta le quemaba a montones cada que hablaba y su cuerpo le dolía. No obstante, al ver a su hija detrás de aquellos dos hombres, pensó en lo diferente que habría sido todo si él hubiera sido uno de los que la protegía. Era casi gracioso, jamás en el pasado pensó algo similar, debía ser porque se encontraba ya en su lecho de muerte. Imaginarse una vida con Mebuki y Sakura recibiéndolo con una sonrisa cada que llegara a su casa, no sonaba tan mal.

Pero ya era tarde para eso.

No podía arrepentirse, ya estaba hecho, la crío como su clan lo esperaba, siguiendo las tradiciones del mismo. Kizashi había escogido a su clan por encima de su familia, desquitó sus frustraciones en Sakura cuando no pudo ser Hokage, queriendo que ella cumpliera el sueño que él también cargo sobre sus hombros toda su vida.

Los ojos de Sakura no se apartaron de él ni un instante, atónita de la fuerza de Itachi y que Kizashi no hacía ningún movimiento para defenderse. Había aceptado su destino como si nada. La chica apretó los labios, mordiéndolos con fuerza, ¿por qué sentía esa repulsión? Se sentía vomitar.

Odiaba eso, no quería verlo morir con esa expresión sin sentido en su rostro, aceptando la muerte.

—Detente, Itachi-san. —pidió Sakura, poniéndose de pie.

— ¿Sakura? —murmuró Itachi, sorprendido de su intervención. —No tienes por qué ver esto, Masamune...

Ella negó con la cabeza.

—Él lo ha aceptado... —dijo Sakura, observando con desprecio a su progenitor. —Ha aceptado que le mates como un castigo de culpa.

"¿No es eso lo que querías?" Kizashi ya no podía hablar, sangraba de la boca y su garganta parecía estar destrozada. No debía quedarle mucho tiempo antes de que muriera por su propia sangre, ahogado o por hemorragia interna.

— ¿Qué es lo que deseas entonces? —preguntó Masamune, sobre la cabeza de Lee.

—Hace mucho tiempo me enfrenté a Orochimaru. —dijo Sakura, sosteniendo el brazo de Itachi, indicando que lo bajara. —Y, aunque lo odie, él tuvo razón. El clan Haruno, no es nada.

—Sakura...—Rock Lee intentó decir algo, pero el picotazo de Masamune volvió a callarlo.

—Sólo miren a lo que quedaron reducidos allá arriba, mientras que el hombre al que servían ha desaparecido por completo. —suspiró Sakura. —Y tú, Kizashi, sigues pensando que tus convicciones son correctas a pesar de todo. Incluso cuando te he demostrado que he superado a todo el clan. El clan Haruno siempre fue considerado como menos por otros clanes, y no precisamente por su fuerza, sino por su mentalidad.

Sakura podía leer los pensamientos de su padre a través de sus ojos, "¿qué te hace diferente a nosotros?"

Lo siguiente que pasó ninguno fue capaz de detenerlo, ni siquiera Lee con su velocidad o Itachi con su fuerza. Sólo se escuchó el sonido de un gritó ahogado que no podía ser exclamado. Lee, Masamune e Itachi se quedaron sin palabras, congelados en su lugar.

Sakura había rasgado con un kunai los ojos de su padre, haciendo que su vista se perdiera para siempre.

— Dejarte morir sería muy fácil. Así que decidí que no voy a matarte, ni dejaré que mis amigos se ensucien las manos con tu asquerosa sangre. —la voz de Sakura era fría, erizaba la piel de todos los presentes. —Ese destino que has aceptado, te lo acabo de arrebatar de las manos. Nunca más podrás mirarme con superioridad o frialdad.

Kizashi estaba en el suelo, retorciéndose.

—Yo no soy más Sakura Haruno, ni soy tú hija ni la de Mebuki. —prosiguió Sakura. —A partir de este momento, el clan Haruno está muerto.

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