Sacrificio

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Sakura terminó de correr casi a los límites de la aldea, el curvo a su lado aleteó lentamente, el chico se encontraba jadeando y con sudor escurriendo de su frente, también era obvio que contenía las ganas de llorar. Masamune se colocó esta vez en el suelo, sentándose al lado de Sakura cuando este cayó de rodillas en el frío cemento, rasguñándolo y lastimándose los dedos.

Él no había sido capaz de pararlos. No era lo suficientemente fuerte todavía, necesitaba más y mas entrenamiento, hasta poder protegerlo todo, pero debido a Kabuto esto ya no podía ser; si Naruto y Sasuke volvían a pelearse, jamás podría alcanzarlos.

Por un instante miró más allá de la aldea, el extenso bosque que la rodeaba se veía inmenso, seguro el mundo lo era todavía más. Justo cuando, segado por todo el esplendor que se le habría hacía el frente dio un paso adelante, la voz de su padre lo hizo voltear a su realidad.

—Regresaste.

—Sí, padre. —dijo Sakura, observándolo de reojo. Masamune clavó la mirada en el padre de Sakura, la expresión del sujeto era sombría, ni siquiera parecía estar viendo a su progenitor.

—Te has estado divirtiendo mucho al parecer. —continuó él, frío. Sakura se giró por completo, sin apartarle la mirada ni un momento. —Aunque tus ojos realmente dicen otra cosa. ¿Qué pasa, Sakura? ¿No pudiste seguirle el ritmo a tus compañeros?

Sakura se quedó un momento en silencio, apretando los labios y sin poder evitarlo bajó la vista al suelo.

—Esa enfermedad que tienes, ¿pensaste que la nueva Hokage te la curaría? —preguntó su padre, con eje de burla en su voz. —Esa mujer ni siquiera pudo cuidar a su familia, ¿qué te hace pensar que te cuidaría a ti?

— ¿Vienes a llevarme contigo? —Sakura apretó los puños, no estaba del todo seguro, pero quizás ese era el método en que su padre le pedía que volviera, seguro que su madre también estaba preocupada. Nunca había estado tan lejos del clan Haruno.

—No.

— ¿Eh?

—Los ancianos no te quieren más. Yo no te quiero más. —dijo él, sin una pizca de amabilidad en su voz. —Has sido una deshonra desde el primer momento en que naciste siendo mujer, tu cuerpo es débil y tu corazón también, preferiste seguir tus ambiciones personales que ser uno con tu clan, no eres más que una rata. Y ahora, con esa enfermedad tuya, morirás tan pronto y como un cobarde, que prefiero deshacerme de ti antes de que siquiera me relacionen contigo.

Sakura lo observó con ingenua incredulidad, cada palabra dolía más que la otra y todas las emociones se le abrumaron en su cabeza, dejándolo totalmente vacío.

Sería una buena oportunidad para que te lo llevaras, Itachi. —pensó Masamune. —No importa que entrenamiento quieras que le de Tsunade, no vale este sufrimiento.

— ¿Mi... mi madre está de acuerdo con esto? —preguntó Sakura, recobrando un poco de color en la cara, quizás los dos pudieran comenzar de nuevo.

—Desde que naciste, deseé nunca haberla conocido. —comentó su padre, ácidamente. —Ni siquiera pudo servir para su propósito como mujer, y fuiste la única basura que pudo darme.

"Sakura, te pondré estas florecitas en tu almuerzo, pero tienes que guardar el secreto, ¿de acuerdo? Tu padre se enojará conmigo si sabe que tu almuerzo luce bonito."

El estomago se le comenzó a revolver, era como si una tormenta lo golpeara tanto en la cabeza como en el tórax, cada vez más intensa y dolorosa que era difícil de soportar. Era como si todo su cuerpo ya supiera lo que estaba pasando, pero solo su mente no quisiera por primera vez, aceptar su realidad.

ReflejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora