Los sentimientos no eran tuyos, eran nuestros.

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Hinata jadeó con fuerza, llevaba corriendo la mitad de la aldea y no podía encontrar a ninguno de los tres. Después de ir a buscar tres veces al puesto de Ichiraku, siguió sin encontrarlo hasta que pasó por los campos de entrenamiento, ahí estaba él, practicando a todo lo que daba como Jiraya. Sonrió con alivio al verlo, aunque esa misma sonrisa se borró al ver que sería la portadora de la mala noticia.

—N-Naruto...—llamó ella, lo suficientemente alto para que ambos la escucharan a la primera, no había tiempo para la timidez.

—Oh, un Hyuga. —sonrió Jiraya. —Te está buscando, pequeñito.

— ¡Deja de llamarme pequeñito! —reprochó Naruto, estaba lastimado de la cara y de las manos pero no parecía importarle. Todo lo que quería era sacar el enojo acumulado por Sasuke. —Hinata, ¿qué pasa? Es raro que me busques.

La chica desvió la mirada por un momento, se sentía aún nerviosa hablando con él, no obstante Naruto jamás la perdonaría si no hablaba a tiempo.

—Sucedió algo. —murmuró, Naruto se tuvo que inclinar para escucharla con una mueca en la cara.

—Lo siento, estoy ocupado ahora mismo, si no es nada importante ¿podrías decírmelo después? —preguntó sin mucho interés. —Hey, viejo, practiquemos más.

— ¡Es sobre Sakura! —exclamó como pudo, Naruto se giró a ella alzando una ceja. Hinata llevó una mano a su pecho, apretando un puño. —Verás... el cuervo que siempre está en su cabeza, apareció delante de nosotros, estaba muy lastimado...y habló.

— ¿Habló? ¿Qué dices Hinata? Los cuervos no hablan.

Como sospeche, era una invocación...—pensó Jiraya. — ¿Qué fue lo que paso, Hinata? Ve al punto.

—Sakura, estaba al borde de la muerte cuando lo encontramos. —dijo ella, pasando saliva.

Debió escoger palabras más suaves...—Jiraya frunció la boca al ver el efecto que tuvieron sobre su alumno.

Naruto se quedó pasmado un segundo, con la mirada perdida en algún punto de Hinata, pero la chica lo sabía no la estaba realmente viendo, simplemente en ese momento se le había detenido todo su mundo a Naruto Uzumaki. Era como un pitido ensordecedor, como si su corazón hubiese dejado de latir por un minuto y al siguiente estuviera desenfrenado pidiendo explicaciones; la cara se le puso terriblemente pálida y las heridas comenzaron a punzarle con mucha más fuerza, sus dientes tronaron y en un segundo ya estaba emprendiendo carrera rumbo al hospital de Konoha. Jiraya y Hinata no tardaron en seguirlo.

Los pasos resonaron por todo el hospital, como un eco lleno de desesperación. Los jadeos de Naruto eran constantes, giró la cabeza varias veces esperando encontrarlo en una sala de espera, buscando cualquier excusa para que su cerebro dijera que Hinata exageró sus palabras, que Sakura se había lastimado poco por ir corriendo.

Era su culpa, por pelear con Sasuke, por no detenerse cuando él se lo pidió.

— ¡SAKURA, DÓNDE ESTÁ SAKURA! —gritó Naruto, golpeando la recepción. El encargado lo miró sorprendido, pasmado; irritando al chico con el zorro de nueve colas, que parecía a punto de llorar. — ¡NO TE QUEDES CALLADO, IDIOTA, DIME DONDE ESTÁ SAKURA!

—Naruto, ¿por qué estás haciendo tanto escandalo? —preguntó Iruka, buscando calmarlo.

— ¡QUIERO SABER DONDE ESTÁ SAKURA! —pataleó Naruto cuando Iruka lo tomó por debajo de los brazos, apartándolo del escritorio de recepción. — ¡NO, NO NECESITO SABERLO!

—Basta, Naruto. —ordenó Jiraya, poniéndose delante de él. —No hagas un escándalo en el hospital.

— ¡Hinata, por aquí! —gritó Kurenai, ella había sido quién encontró el cuerpo de Sakura. Ino estaba sentada, con las manos en el rostro, al ver quienes se acercaban alzó su rostro y Naruto pudo notar la cantidad de lágrimas que había derramado, nunca la había visto tan mal.

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