El sendero que se divide por la mitad.

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Al mismo momento en que Sakura huía y se estaba encontrando con Itachi, cinco personas estaban en el mismo lugar de antes. Cada uno más destruido que el anterior. Naruto aún en el suelo, se preguntaba qué hizo mal, ¿por qué sus sentimientos no llegaron a Sakura? Él no quería sacrificios, no quería perder a nadie, ahora que tenía amigos de verdad no volvería a la soledad.

¿Qué podía hacer?

Similar a Naruto, Sasuke estaba recargado al pie del árbol mirando el cielo, esperando que Sakura volviera encima de ese enorme pájaro, diciéndoles que era una broma y que volverían a ser el antiguo equipo siete que tanto amaban. Pero los minutos pasaban y nadie volvía. Sasuke se maldijo por lo bajo, dejando de mirar el cielo, si tan solo se hubiera dado cuenta desde antes lo que pensaba Sakura, nada estaría pasando. ¿Por qué Sakura pensaría que estarían bien sin ella? Jamás podría volver a la aldea, no podría vivir sabiendo que Sakura estaba dando la vida por ellos.

—Naruto. —llamó poniéndose serio. Su amigo volteó a mirar, aún tirado en el suelo, queriendo llegar a una respuesta que era clara. —Aún no es demasiado tarde.

—Sasuke...

—Los dos están muy agotados. —intervino Yamato, descifrando al instante las palabras de Sasuke. —No vamos a continuar con la misión.

—También iré. —comentó Neji, metiéndose entre los dos. —Sasuke tiene razón, no es demasiado tarde, aún pueden volver a la aldea. Hay que hacerlos entrar en razón.

Hinata pensó en Kiba, pero al ver la mirada de esos tres supo que no la escucharían. Además Shino y Ten Ten ya debían haber llegado al punto de encuentro, en el puente, debían estarlos buscando o regresando para agruparse de nuevo con Kurenai.

—Ero-sennin me dijo una vez...—comentó Naruto, dirigiéndose a Yamato. —Que si un amigo se va por mal camino, debes detenerlo, aunque eso destruya su amistad. Eso hacen los verdaderos amigos.

—Naruto...

—Si me voy ahora, no dejaré de extrañar a Sakura por más que me esfuerce. —Naruto bajó la mirada, sintiendo que las lágrimas volvían a acumularse en sus ojos. Luego les dio una sonrisa que quebró el corazón de cada uno de los presentes, estaba tan rota que no parecía poderse reparar.

Hace mucho tiempo todos le daban la espalda, lo miraban con recelo y salían huyendo de él. Naruto más de una vez se preguntó, ¿qué hacía en ese mundo? ¿Cuál era el propósito de su existencia? Solo había dolor y tristeza en el mundo, nadie se preocupaba por alguien que no fueran ellos. El único que lo veía era el silencio. Caminaba y caminaba, tratando de encontrar alguien que lo quisiera, aunque fuera un poco, pero todos parecían alejarse cada vez más.

¿Por qué estaba solo?

No importaba quién fuera, alguien, que volteara a mirarlo aunque sea un poco. Que le extendiera una mano.

Ah, el favorito de Iruka-sensei. dijo Sakura, mirándolo desde abajo. Naruto se sorprendió y pegó un brincó hacía atrás.

Naruto sonrió con especial cariño al recordar la primera vez donde se conocieron, a Sakura compartiéndole su comida y mirándolo cauteloso, como si esperara su traición en cualquier momento. Él seguramente la miró igual en ese tiempo. Sin embargo, ambos aprendieron a confiar uno en el otro y, aunque a Sakura no le gustaban los retos a los cuales el pequeño Naruto le obligaba hacer, nunca se negó a ellos, incluso reía con él. Esos sentimientos de gratitud por no ignorarlo, se convirtieron en amistad y a su vez, esa amistad se transformó en lo que era al día de hoy, amor.

—Si la persona de la que estoy enamorado está en peligro, ¿cómo podría abandonarla? —preguntó Naruto, emprendiendo marcha, ignorando si los demás querían seguirlo o no.

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