Eso que llamamos libertad.

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— ¿Para qué estamos aquí? —preguntó Rock Lee, mirando alrededor.

Después de salir del bosque, Itachi los guío por las montañas a un ritmo más tranquilo pero sin bajar la guardia en ningún momento. Sakura y Lee quedaron maravillados ante los increíbles paisajes observados, desde montañas rocosas con animales que nunca antes vieron, hasta frondosos lugares llenos de ríos y lagos. El mundo tan de cerca, como en esos momentos, era esplendoroso. La noches eran cortas, los días largos, las estrellas caían sobre ellos mientras avanzaban por los pastizales y, cuando se detenían a descansar, Sakura señalaba unas cuantas estrellas.

—Está es Itachi-san. —comentaba Sakura, siempre señalando la misma, había aprendido a reconocer la constelación. —Ese es Lee y esa soy yo.

— ¿Y yo? —siempre Masamune preguntaba ofendido, sintiéndose olvidado.

—Tú eres lo que nos une a los tres. —respondía Sakura, para después acariciar la cabeza de su amigo plumoso.

Pasaron dos o tres semanas, Sakura dejó de contar los días y las horas, solo sabía que cuando se hacía de noche, podía irse a recargar al hombro de Itachi y dormir plácidamente, al día siguiente despertaría acostada junto a Rock Lee y Masamune, con una tibia cobija cubriéndola hasta los hombros.

Y al fin, luego de todas esas noches llegaron a su destino.

Al verlo a primera instancia, Sakura quedó asombrada por la belleza del lugar, a pesar de que eran puras montañas, el cielo parecía tocar la punta de ellas, dejando un espacio al sol para que entrará solo en una parte. Había un lago mucho más lejano, bullendo entre las montañas, perdiéndose entre ellas.

—Sasori ya se encuentra aquí, de prisa. —pidió Itachi.

No tardaron más de media hora en llegar a una pequeña cabaña entre las montañas, hecha de madera que no se encontraba en el mejor de los estados, sin embargo, entre todo ese asombroso paisaje, quedaba perfecta.

— ¿Para qué hay que ver a Sasori? —preguntó Rock Lee, con Masamune en su cabeza.

—Tiene algo que me pertenece. —sonrió Sakura, frunciendo ligeramente las cejas.

La puerta hizo un chirrido al momento de abrirla, anunciando la llegada de los invitados. Sasori parecía estar arreglando su marioneta que Sakura destruyó, no llevaba ni la mitad de ella; al verla Sasori alzó una ceja, cosa que provocó que Sakura frunciera el ceño.

—Tardaron demasiado. —se quejó, simulando estar aburrido.

— ¿Dónde está?

Sasori extendió la mano, esperando su retribución. Lee observó a los dos sin comprender, Sakura entonces sacó un sobre pequeño pero bastante grueso e Itachi otro del doble del tamaño. Rock Lee sintió que con esa cantidad de dinero se podían llenar al menos unas cincuenta ranitas de Naruto.

—Bien, bien. —dijo Sasori, terminando de contar el dinero. —No me conviene enemistarme con el grandioso Itachi Uchiha.

—Sólo habla de una vez antes de que decida romper tu cara como rompí tu marioneta. —alegó Sakura, enojada. Sasori le dio una sonrisa burlona.

—Será una perdida muy grande para mí.

—Sasori.

—Cerca de Konoha, ¿en dónde más? —y su pregunta pareció una burla. —Danzo tiene un escondite donde entrena a sus Anbu más leales. Tu querido clan Haruno está incluido, Sakura, y bueno, otros más. Los guiaría, pero no quiero.

— ¿Qué? —Itachi frunció las cejas, remarcando la autoridad ahí.

—Les daré esto. —dijo Sasori, tomando el pergamino que ya tenía preparado y lanzándoselo a Itachi. Él lo abrió, notando el punto especifico donde se denotaba un punto, indicando la ubicación.

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