¿Ceder o resistir?

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Hinata despertó sintiendo el cuerpo entumecido, no había luz al abrir los ojos, sin embargo, la presencia que se sentía dentro de la habitación le permitía saber que no se encontraba sola. Unos segundos después varias velas se encendieron alrededor de toda esta, haciendo que parpadeara por la repentina iluminación pese a que no era demasiado alta. Unos pasos resonaron a su lado, ella miró de reojo, sabiendo que tardaría más en intentar escapar que en ser capturada; tenía que pensar con la cabeza fría si quería salir de ahí y encontrar a Naruto. Además, ese sujeto, de haber querido matarla lo hubiera hecho ya.

—Despertaste, Hinata. —sonrió, su voz se mostraba aliviada. —Pensé que quizás te habría quitado demasiado chakra, me preocupaba que pudieras estar dormida mucho tiempo.

Ella miró a los lados por varios segundos, una diminuta ventana por la que se colaba la luz lunar yacía en la parte más alejada de ella, dispersándose hasta volverse nada cuando ingresaban por completo a la habitación. Hinata pensó en algún momento que Sasuke Uchiha se veía bien reflejado en esta porque era frío y distante, no obstante, cuando contempló a Toneri Otsutsuki, supo que esa era la verdadera luna.

Los Otsutsuki solo eran conocidos por la mayor cabeza de cada clan importante, por los Hyuga y Uchiha. Descendientes de hace miles de años quienes fueron los primeros en manipular el chakra, así como pasar el Kekkei Genkai de generación a generación. De ese clan tan antiguo se formaron muchos más, entre los primeros el Uchiha y Hyuga, aunque estos mismos con el paso de tiempo lo atribuyeron más a una leyenda debido a la poca información que se tenía sobre los Otsutsuki. No obstante, a pesar de la casi nula información, sabían como identificarlos. Esa piel lechosa, el cabello de colores casi albinos y los ojos casi iguales a los suyos, aunque él los mantenía cerrados; pese a eso estaba segura de que delante de ella había un individuo de sangre pura.

Se sintió deslumbrada por él unos momentos, aquellas leyendas donde los Otsutsuki repudiaron a los clanes que crearon por utilizar el chakra como arma debían ser reales, manteniéndose ocultos por miles de años quedando en el olvido o convirtiéndose en historias para los niños.

—Me alegra que me reconozcas, Hinata. —sonrió, colocándose justo delante de ella. Tuvo que mirarlo desde abajo para contemplarlo mejor, la luz amarilla de las velas provocaba un efecto tenebroso en él. —Entonces, deberíamos irnos.

— ¿E-Eh? —ella parpadeó, saliendo de la ensoñación. Se echó para atrás hasta golpearse con la pared, colocando sus brazos, cubriendo su cuerpo. — ¿¡Dónde está Naruto!?

Él endureció sus facciones al escucharla pronunciar ese nombre.

— ¿Qué importa? Estará muerto ya. —respondió con simpleza. Hinata se quedó en blanco, temblando procesó sus palabras con un sentimiento de decepción profunda hacia ella misma. Los ninjas no debían hacer promesas que no pudieran cumplir, y ella le había prometido protegerlo siempre. Así que, en un momento Toneri se vio sorprendido cuando ella activó el byakugan y con una palmada atacó directo a su corazón.

No obstante, la diferencia de niveles comenzaba a hacer obvia, cuando él le detuvo la mano por la muñeca, centímetros antes de que pudiera tocarlo. Hinata utilizó la mano izquierda, queriendo golpear algún punto vital, obteniendo el mismo resultado lamentable que provocó ser atrapada por ambas muñecas; al intentar utilizar sus piernas, Toneri hizo presión sobre su agarre, hasta subirlas por encima de su cabeza y someterla contra la pared al instante que apresaba sus piernas entre las suyas.

—No lo hagas más difícil. —pidió. El aliento rozándole los labios hizo estremecer a la heredera del clan Hyuga. —Este es el destino que te pertenece. Sé que odias ser la nueva cabeza de tu clan, sé que tu sueño no era ser ninja, tú solo querías vivir como una mujer normal. Enamorarte, casarte, tener hijos, una vida feliz. Y yo soy el encargado de poder dártela, Hinata.

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