Nuestros lazos y una promesa.

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—Sakuraaaa, vamos a jugar. —comentó Naruto, enfurruñado. Se había topado por mera casualidad con Sakura, aunque él estaba de espalda, haciendo movimientos suaves y desde hace diez minutos que le estaba hablando, este nada más no volteaba. —Sakuraaaa...

Una pelota rodó a los pies de Naruto, quién la miró con ilusión al ver que varios niños se acercaban a ellos dos.

— ¡Sakura, mira, podemos unirnos a ellos! —comentó emocionado, tomando el balón.

De nuevo su amigo no le hizo caso, Naruto escuchó un quedo no en el aire.

— ¿Podemos jugar con ustedes? —preguntó Naruto, sonriendo. — ¡Somos realmente buenos cuando se trata de jugar con el balón!

El niño lleno de pecas en la cara hizo una mueca, mirando a los demás que negaron de inmediato. Sus padres les habían advertido que se mantuvieran alejados de ese chico. Sasuke y Shikamaru que estaban más alejados fruncieron la boca al ver esa reacción en los contrarios; no es que Sasuke estuviera ahí porque quisiera, sino que el Hokage que había estado presente antes, le pidió jugar con los niños de su edad.

—Mi padre me dijo que me mantuviera alejado de ti. —dijo el pecoso, arrebatándole el balón. —Y sobre Sakura, no aceptamos niñas en nuestro grupo. —se burló.

—Naruto y Sakura hacen la pareja perfecta. —comentó otro, riendo. —Ustedes dos deberían estar por siempre solos. —Naruto agachó la mirada, sintiéndose herido por el comentario. Él no quería estar así toda su vida, quería ser querido por los demás.

—No hacen más que estorbar al mundo, ¿por qué no desaparecen? —murmuró otro, lleno de desprecio. Justo cuando iba darle un empujón a Naruto, Sakura le tomó el brazo con la suficiente fuerza para lanzarlo hacía atrás, haciéndolo chocar con el pecoso.

Naruto abrió los ojos sorprendido, al igual que Sasuke y Shikamaru, Sakura se veía enojado y con rastros bajo sus ojos de haber llorado. Ahora comprendía porque no le estaba contestando.

— ¿¡Qué demonios, Sakura!? —reprochó este, buscando pegarle. Sakura le estrelló su puño en medio del rostro, apartándolo.

—Un debilucho como tú debería aprender su posición aquí. —bufó el pecoso, soltando el balón. —Mi padre dice que el clan Haruno es un asco, que ni siquiera deberían ser shinobis.

—Tú padre es el mismo que sale por las noches a encontrarse con otra mujer. —contestó Sakura con enojo. —Lo vi el otro día mientras iba de regreso con mi padre del entrenamiento.

— ¿¡Qué!?

Shikamaru entonces hizo uso de la técnica Nara, impidiendo el golpe a Sakura. Sasuke también se acercó a ellos, fingiendo desinterés.

—Me voy.

— ¡Espera, Sasuke!

—Tanto que nos costó convencer al Hokage para que lo convenciera a él. —suspiró otro niño desde atrás.

— ¡Shikamaru suéltame! —reprochó el pecoso.

—Esto es una molestia. —respondió él, haciéndole caso y limpiándose la oreja con uno de sus dedos. —Yo también me retiro, tengo sueño.

Sakura no hizo caso, tomando del brazo a Naruto comenzó a ir por la ruta de Sasuke; sabía que Shikamaru había hecho para darles tiempo de irse. Sasuke miró detrás de él, alzando una ceja, frunció el ceño incomodándose, ¿ellos no pensarían que lo había hecho por ellos, verdad? Era mejor dejarles en claro eso para que lo dejaran en paz.

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