Tal vez si finges ser feliz, en algún punto comenzaras a serlo.

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Itachi-san, Masamune no deja de robarme mi comida. —se quejó Sakura, enfurruñada. —Siempre, siempre pide más. Tsunade-sama me ha regañado por acabarme la despensa otra vez.

—Lo siento por eso, Sakura, Masamune puede ser un glotón cuando se lo propone. —dijo Itachi. —Eso es porque lo consientes demasiado.

— ¿Sólo por eso?

—Bueno, él se está acostumbrando. —explicó un poco más serio. —Masamune no solía comer las cosas que tú y yo comemos.

—¿Qué comía entonces?

—Humanos.

Sakura se volteó a él, sorprendida con la simpleza que Itachi había dicho eso. — ¿Humanos...?

—Era hora que te lo dijera, Masamune es un cuervo peligroso así que utilízalo con precaución. —pidió. Sakura entonces se puso de pie, apuntando con el dedo a Itachi.

— ¿¡Me lo dices ahora!?

—Es porque ahora no le tienes miedo a Masamune, incluso se llevan bien. —tranquiló Itachi. —Si él hubiera olido tu miedo desde el principio, te comería en un instante.

—¿Por qué me mandaste algo tan peligroso? —preguntó Sakura, con los ojos en blanco. — ¿Querías que me comiera?

—Masamune es de los más poderosos, sus alas de acero son conocidas por nunca haber sido traspasadas, además de que dependiendo de la cantidad de chakra que le suministres, puede aumentar o reducir su tamaño.

—Suena como si me estuvieras vendiendo algo. —reprochó ella, frunciendo el gesto.

—Sí, bueno... espero que puedas firmar pronto el contrato con él.

—Ya han pasado dos años, Itachi-san. —dijo Sakura, apagando su mirar; Itachi la miró de reojo, reduciendo su sonrisa hasta extinguirla por completo. — ¿Cuándo vendrás?

— ¿Tanto te quieres ir de la aldea?

—Incluso aunque ya no pertenezca al clan Haruno, nada ha cambiado. —suspiró ella, perdida en la neblina que abarcaba todo el horizonte. —Sigo atrapada en esa pequeña cabaña, rodeada de arboles sin que nadie pueda verme o escucharme. Tsunade-sama, Shizune-san... las quiero, pero a veces me pregunto ¿qué es lo que pensarán de mí?

—Ya no encajas más en la aldea de la hoja. —sonrió Itachi, poniendo una mano en su cabeza. —Las razones por las que te quedaste en ella, no están.

—Sasuke y Naruto... no están.

.

—Te quedaste de nuevo dormida, Sakura. —Comentó Tsunade. —Últimamente ha pasado mucho, ¿será por la enfermedad?

—Ehh, solo estoy cansada, Tsunade-sama, he estudiado sin parar los ninjutus médicos. —bostezó Sakura, levantándose de la mesa. —Cada día son más complicados, natural que mi cuerpo no resista tanto estrés.

—Incluso Masamune parece cansado. —suspiró la Hokage. —En fin, te tengo una buena noticia hoy.

— ¿Conseguiste los cangrejos que me gustan al fin? —preguntó, animada.

— ¡Deja de pensar en comida, glotona! —reprendió Tsunade, pegándole en la cabeza. Masamune comenzó a despertar perezosamente, alargando el cuello para observar las bolsas de comida que la Hokage dejó en la mesa.

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