Antes de llegar.

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Naruto miró a Sakura de reojo.

El viento mecía suavemente sus cabellos al frente, revolviéndolos. Su cara ya no estaba sucia, gracias a Ino que la arrastró al primer lago que encontraron y la zambulló en este, para limpiarla. De la misma forma, Sasuke, Lee e incluso Sai, terminaron limpios.

Ninguno de los tres cruzó palabras en todo el camino que llevaban recorrido y faltaban tres días para llegar a Konoha.

Naruto se sentó al pie de una roca, dándole la espalda a todos, mordiendo un pedazo de onigiri que le había ofrecido Neji. Miró el cielo mientras pasaba el bocado y de nuevo, se culpó así mismo. Si se hubiera quedado en la aldea, Sakura no hubiera sufrido lo que sufrió, habría sido capaz de protegerla, estaba seguro. Ni siquiera habría considerado cumplir su promesa con Itachi. Ni siquiera Sasuke estaría con esa cara apagada, sin saber que decir o hacer, es decir, al chico que un día todos miraron con asombro e incluso admiración, hoy recibía miradas de lastima y tristeza.

El rubio sabía que Sasuke no aguantaría demasiado eso. Explotaría.

—Naruto. —llamó Hinata, desde atrás.

— ¿Qué pasa, Hinata? —preguntó él, sin voltear a mirarla, dándole otra mordida a su almuerzo.

Ella pareció titubear un poco, antes de animarse a preguntar miró unos segundos atrás, Ino le mandó ánimos alzando sus puños.

— ¿Puedo comer contigo?

Naruto asintió con la cabeza, volteando a ella con una ligera sonrisa. Hinata crispó una ceja, sin que el contrario se diera cuenta; no era la sonrisa que esperaba ver. Pero Hinata lo comprendía, cualquiera en la situación de Naruto, Sakura y Sasuke se estaría volviendo loco al no saber que hacer. A pesar de que los años no lograron aminorar la distancia entre Naruto y ella, Hinata seguía enamorada de él. Cada que se esforzaba en su entrenamiento, al principio lo primero que veía era el rostro de Naruto, motivándola a seguir adelante, después el de Neji, Kiba, Shino, Hanabi y su padre. Su motivación se basaba en ellos, en querer ganarse su aprobación.

O al menos lo fue al principio.

Hinata entrenó duramente esos tres años, sorprendiendo a cada uno de los miembros de su clan que alguna vez dudaron de ella. Neji incluso dijo que había logrado superarlo, aunque Hinata sabía que no era así; Neji siempre sería el mejor del clan. No importaba que él dijera que lograría ser una gran soberana del clan, que superaría a los antecesores, Hinata comprendió desde hace mucho que esto no era así.

Sin embargo, con esos pensamientos, siguió luchando. No porque quisiera esforzarse al máximo para representar al clan, ese objetivo que se propuso tiempo atrás pronto se dio cuenta que no significaba nada. Ella nunca quiso ser un ninja, nunca quiso pelear con otros. Pero sí que quería proteger a los que amaba.

—Gracias por acompañarme, Hinata. —Naruto se puso de pie, recogiendo lo poco que quedó. —Iré con Kakashi-sensei.

La chica formó una sonrisa chueca en su rostro, dejándolo marcharse sin observar su espalda.

— ¿Hinata-sama? —Neji de un salto ya estaba a su lado, confundido de que la chica permaneciera sola ahí. — ¿Estabas acompañando a Naruto...? Al menos él pudo acompañarte hasta el final.

— ¿Y qué tal si me acompañas tú, hermano Neji? —preguntó ella, pasándole el último pedazo que comía. Neji masticó y aunque su cara no mostró demasiado cambio, Hinata sonrió, sabía que le gustó. — ¿Es hora de marcharnos?

—No, al parecer avanzaremos cuando caiga la noche. —respondió él. —Choji y Shikamaru fueron a comprar algunos suministros.

—Ya veo.

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