Kabuto.

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Cuatro días habían pasado en un abrir y cerrar de ojos; Sakura sentía que se estaban atrasando cada vez más por su culpa y al paso que iban no conseguirían llegar hasta dentro de tres días más. E incluso si lograban llegar en ese día que les quedaba, no tenían otro rollo consigo.

— ¡No te preocupes, Sakura! —dijo Naruto la noche del tercer día, dándole suaves golpecitos en su espalda. —Nos las arreglaremos de una y otra forma para conseguir un rollo.

Sasuke parecía de acuerdo con él, sin embargo, Sakura sintió que por primera vez la sonrisa de Naruto no le animó del todo. No había nada peor que sentirse un estorbo con las personas que quería que lo reconocieran. Quizás fue por tener eso en mente que no dudó en tantear el terreno la mañana del cuarto día, buscando un equipo al cual robarle un rollo del cielo.

Lo único que consiguió fue abrirse el apetito mucho antes de que Naruto y Sasuke despertaran, nadie andaba por los alrededores, lo cual también la alarmó. ¿Sería acaso que ya todos los equipos habrían ingresado a la torre? Miró a su equipo con culpabilidad, quitándose la camisa comenzó a cambiarse las vendas para lavar las que tenía antes de que alguno de los dos despertara; intentaba mantener al margen sus heridas, no obstante, estas volvían a abrirse cada cierto tiempo.

Aún no entendía como Naruto se pudo curar tan rápido, es decir, lo entendía por el lado de Sasuke ya que podía deducir que el poder de Orochimaru le daba esa habilidad, pero del lado de Naruto, ¿sería por el sello que le había puesto el mismo antes de que Naruto quedara inconsciente?

Luego de cambiarse las vendas, con esa duda en mente se acercó a gatas a Naruto, observando a los dos chicos que parecían estar en su séptimo sueño, no los culpaba, incluso ella estaba al borde del colapso. Movió a Naruto suavemente, asegurándose de que estuviera profundamente dormido y comenzó a desabrochar el cierre de su chaqueta. Sakura puso los ojos en blanco al ver la malla que llevaba debajo de esta, por los agujeros podía ver unas marcas, pero no lo suficiente para entender que llevaba escrito Naruto ahí.

Naruto se removió por el frío que la abertura le causo, poniéndose de costado, de espalda a Sakura; ella puso los ojos en blanco, había estado muy cerca de traducir una frase. Volviendo la vista a Sasuke, después a Naruto, tiró del rubio, colocándose encima de él, subiendo la malla que limitaba su visión.

El rubio volvió a estremecerse, lo suficiente para comenzar a abrir los ojos y saber porque tenía tanto frio. Lo primero que notó fue algo rosa, que se balanceaba suavemente con el frío viento de la mañana, lo segundo fueron los enormes ojos de Sakura que comenzaron a girar por todos lados, buscando perderlo de vista, mientras que el color rojo bañaba sus mejillas. Naruto se talló un ojo entonces, bostezando ruidosamente, provocando que Sakura le tapara la boca en un instante, ordenándole silencio.

Ahí fue cuando Naruto se dio cuenta en qué situación se encontraban. Sakura estaba encima de él, con el pecho descubierto lleno de vendas y únicamente sus pantalones negros que le llegaban por debajo de la rodilla haciéndole compañía.

Fue el turno de Naruto para que su cabeza comenzara a quedarse en blanco, y que toda su cara se pusiera tan roja como la de Sakura en esos momentos.

— ¡QUÉ ESTÁS HACIENDO, PERVERTIDO! —bramó Uzumaki haciendo retumbar toda la cueva y tirando a Sakura para el costado quién se cubrió el rostro, totalmente avergonzado.

— ¿Ahora qué pasa? —preguntó Sasuke, despertando rápidamente, totalmente alerta. Al ver a un Sakura en el suelo, con el rostro cubierto y las orejas rojas, más un Naruto que estaba escondido detrás de una roca, observando en esa dirección con aura amenazante, supo que debió ser un estupidez. —Tienen mucha energía el día de hoy. —bufó Sasuke, poniéndole a Sakura su camiseta roja en la cabeza. Sonrió al notar que sus orejas tenían el mismo color que esta.

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