Promesas de plástico.

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Hinata sabía que no podía ser de gran ayuda para Naruto, su cuerpo estaba malherido, la sangre seguía fluyendo sin querer detenerse y podía sentir como su chakra se estaba desvaneciendo, aunque no demasiado, lo suficiente para que se mantuviera consiente. Naruto por su lado, a pesar de no estar herido, seguía desconcertado, y no era extraño, pues acababa de salir de un genjutsu que había durado bastante. Sin embargo, a menos que quisieran tener una probabilidad contra esos dos sujetos, tendría que espabilarse antes de que quisieran atacarlos, lo cual sería pronto a por cómo iban las cosas.

—Hinata, tene-

La chica del clan Hyuga solo pudo emitir un sonido de sorpresa, al ver como el cuerpo de Naruto rebotaba entre las rocas, con un grito ahogado proveniente del rubio. Toneri se colocó frente a ella, y por primera vez, Hinata lo contempló en su magnitud, él tenía los ojos cerrados, pero aun así se podía mover a una enorme velocidad y precisar en donde se encontraban sus enemigos, eso ya lo hacía extremadamente fuerte y peligroso, poder trabajar en la oscuridad mientras que ellos no, le daban una ventaja abismal. Naruto que buscó levantarse para protegerla, fue enredado con una serpiente de Kabuto.

— ¡Naruto!

Toneri tanteó uno de sus dedos pálidos en los labios de Hinata, ordenándole silencio y aunque ella buscó colocarse en una posición para defenderse, él atrapó sus manos antes de que pudiera bañarlas en chakra, Hinata entonces tuvo que resignarse a ser sostenida por Toneri antes de caer, pues la fuerza vital le estaba faltando cada vez más.

—Es una pena que nos tengamos que conocer así, Hinata. —murmuró él, solo para que ella pudiera escucharlo. —Pensaba en algo más lindo para ti, sin embargo, lo arruinaste al interponerte entre el kyubi y sus dueños.

—Naruto no le pertenece a nadie. —balbuceó ella, intentando mantener los ojos abiertos.

—Pero tú me perteneces a mí. —sonrió, sintiendo como Hinata desfallecía por completo entre sus brazos.

Naruto entreabrió los ojos, solo para observar cómo Toneri recostaba en el suelo a Hinata, comenzando a curar su herida del estómago, incluso cuando no abría los ojos, parecía saber perfectamente que estaba haciendo. Así pues, el color poco a poco volvió a la cara de ella, incluso su respiración pudo estabilizarse; él emitió una sonrisa cuando se dio cuenta que todo el trabajo estaba hecho.

— ¿P-Por qué... la estás... ayudando? —preguntó Naruto, la serpiente lo apretó mucho impidiéndole la respiración. Kabuto sonrió, no faltaría mucho tiempo para que volviera a desmayarse.

—Es mi prometida, ¿por qué la lastimaría? —la voz de Toneri era fría, cansina por tener que hablar con Naruto. —Además, —hizo una pausa, pasando sus dedos por los mechones de cabello de la chica hasta detenerse en sus ojos. Aquello terminó por encender la señal de alerta de Naruto Uzumaki. — no podemos arriesgar algo tan importante por una herida tan simple.

—Tú...

Naruto comenzó a observar la oscuridad de nuevo, se sentía desvanecer mientras lo único que podía contemplar era a Hinata siendo cargada en los brazos de Toneri. Tenía que protegerla, se lo habían prometido mutuamente y él no sería el primero en fallar a esas palabras. Así que soportando lo más que pudo, comenzó a utilizar el chakra de Kurama, sustituyéndolo por el suyo, quien fuera que le estuviera robando el chakra tenía que entender que él no era el único peleando ahí, ese zorro también lo estaba.

— ¡No dejaré que te lleves a Hinata! —gritó, haciendo explotar a la serpiente cuando la ráfaga de chakra rojo estalló.

Toneri se detuvo, girándose a él. El color rojo rodeaba a Naruto, solo que está vez parecía diferente al ser que se dejaba manipular por el Kyubi, esta vez Kabuto pudo apreciar como el nueve colas y su recipiente eran uno mismo. Kabuto sonrió, como si estuviera esperando eso.

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