Un toque diferente al de antes.

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Sakura miró por bastante tiempo a sus compañeros de equipo, antes de que pudieran ir a comer ramen, Tsunade los había mandado a buscar por lo que ahora se dirigían a donde la Hokage. Sasuke y Naruto iban adelante, mirándose a veces con recelo, otras veces conversando entre ellos acerca de Jiraya o Anko. Kakashi iba a su lado, observándola en silencio, notando ese adorno de cerezas que le regaló de niña sobre su cabello atrapando algunos mechones de cabello, en media coleta.

—Sakura, ¿dónde te estás quedando? —preguntó Kakashi, avanzando por las escaleras junto a ella.

—Con Tsunade-sama y Shizune-san. —sonrió ella, alzando uno de sus puños. —No se preocupe, sensei, tampoco es como si llevara mucho en la aldea, llegué apenas hace dos meses.

— ¿Ehhh? —Naruto se metió, dándose la vuelta con las manos cruzadas por detrás de su cabeza. —Ojalá lo hubiera sabido antes, hubiera apurado a Ero-sennin. Ahora que lo pienso debí enviar un sapo para avisarte que volvería.

—Está bien, Lee e Ino me hicieron buena compañía. —sonrió Sakura, restándole importancia.

—Ese cuervo en la cabeza del cejotas, ¿no era el que siempre estaba contigo? —preguntó Naruto, confundido. Sasuke observó de reojo a ambos, esperando la respuesta de Sakura.

—Oh... sí. —Sakura pasó saliva, había olvidado ese pequeño detalle. —Regresó después de un tiempo, pudo sobrevivir.

— ¿No te parece sospechoso? —cuestionó Sasuke, serio.

—Para nada. —comentó Sakura, desviando el tema a Naruto.

Al llegar a donde Tsunade, Kakashi fue el primero en disculparse con la Hokage por no ir con ella de inmediato. Mientras su maestra les daba la bienvenida y alguna que otras indicaciones a Sasuke, Naruto, Jiraya y Kakashi; Sakura miró las espaldas de sus dos compañeros, ahora los dos eran mucho más altos que ella, también lucían mucho más fuertes, imponentes.

La sensación de volver aquedarse atrás le llegó de nuevo, y como siempre, las palabras de su padre la golpearon una y otra vez, mientras ella mantenía una sonrisa en el rostro, fingiendo felicidad.

—Por cierto, Sakura. —llamó Tsunade, golpeando su escritorio. Sakura se puso recta, sabiendo el regaño que vendría. — ¡Acabas de destrozar otro campo de entrenamiento! ¿Cuántas veces te he dicho que midas tu fuerza mientras entrenas con Rock Lee?

—Lo siento, Tsunade-sama. Le haré mil flexiones para compensarlo.

— ¡Deja de repetir los castigos autoimpuestos por Lee!

— ¡También me aseguraré de que él y Masamune los hagan!

— ¡No dije eso! ¿Y cómo vas a hacer para que ese pajarraco lo haga? —gritó Tsunade, buscando pellizcar las mejillas de su alumna, pero está le sostenía las manos, aplicando suficiente fuerza para evitar que lo hiciera.

Naruto se asomó por la espalda de Sasuke, sonriendo por lo bajo, a pesar de todo Sakura seguía siendo Sakura.

—El campo de entrenamiento en el que estaban, ¿es el que destrozó Sakura? —preguntó Kakashi a Sasuke.

—Ah, sí.

Parece que el arte médico no fue lo único que le enseñó a Sakura. —pensó Kakashi.

— ¡Es suficiente de tanta charla! —gritó Naruto, extendiendo sus brazos al cielo. — ¡Vamos, Sakura! —sonrió Naruto, tomándola por los hombros y girándola para comenzar a avanzar. — ¡Hay que ir a comer un buen ramen!

Sasuke frunció la boca, mirando a otro lado.

Oye, Sasuke-chan...—llamó en voz bajita Kakashi, riendo por lo bajo. — ¿No estás enojado de que no te estén invitando? Seguro Naruto quiere tener una cita con...

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