Eso que hace que tu corazón se vuelva más cálido.

2.9K 425 90
                                    

Sakura se tiró encima de la cama, con los brazos abiertos, Naruto en la otra cama lo observó con tristeza. Tsunade después de todo no había respetado el trato, alegando que una batalla clandestina como esa no era válida y poniendo miles de excusas para no volver a la hoja; no obstante, aceptó cumplir el trato cuando Naruto dijo que podría dominar el rasengan en una semana.

De eso ya habían pasado cinco días.

—Quizás deba volver a donde Sasuke. —dijo Sakura, sentándose en la cama. —Estoy preocupado por él, además... siento que estoy estorbando en el entrenamiento que tiene Ero-sennin contigo.

— ¡Claro que no, Sakura! —comentó presuroso Naruto, subiéndose a la cama contraria, poniéndose delante de él. —Sé que te sientes decaído por lo de la vieja Tsunade, pero ya verás que cuando domine el rasengan seguro que queda sorprendida y cumple su palabra.

—No estoy del todo convencido. —murmuró. —Aunque creo que es nuestra última esperanza.

Naruto entonces puso una mano en la cabeza de Sakura, agitando con cuidado sus cabellos, queriendo darle confianza.

—Todo estará bien, te lo prometo. —sonrió, retirando la mano.

Sakura lo observó un corto periodo de tiempo, Naruto estaba contando acerca del ramen que servían en ese pueblo y que no se semejaba a nada al de Ichiraku; se sentía mal por no darle una respuesta a Naruto acerca de su declaración, ¿Cómo decirlo? Le había puesto infinitamente feliz que su mejor amigo sintiera algo por él, que ese sentimiento hubiese crecido tanto que ni siquiera le importaba lo que los demás pensaran, casi como Sasuke. No obstante, pese a que los ojos de Naruto le causaban confortación, alegría y esperanza de un mañana mejor, nunca se le abrió esa posibilidad en su mente, de amarlo, de querer formar una familia con él.

Debía hacerlo correctamente con él.

— ¿Qué te pareció el ramen de cerdo que pediste? —preguntó Naruto, dejando la banda en el buro. —El de Ero-sennin no sabía a nada, le robé un poco mientras él observaba una chica muy linda.

—Naruto.

— ¿Sí?

—Yo... tengo que decirte algo.

—No. —el rubio negó rápidamente con la cabeza, causando sorpresa en Sakura. —Detente ahí, Sakura.

— ¿Eh?

—Ni siquiera he dado mi máximo esfuerzo todavía. —reprochó Naruto, con los brazos cruzados. —Puede que parezca un pesado, pero... quiero darlo.

— ¿A qué te refieres?

—Quiero dar mi todo contigo, de esa manera, sea cual sea tu decisión, la aceptaré. —explicó, asintiendo con la cabeza. El cabello que le caía sobre la frente le rebotó con gracia, haciendo que su piel tostadita brillará todavía más. —Puede que sea patético, pero es la decisión que tomé. Con eso, sabré que di lo mejor de mí y no tendré nada de lo que arrepentirme después.

Algo de que arrepentirse después...

Sakura tocó la banda en su cabeza, rememorando el día que la puso ahí, dispuesto a dar todo por Naruto y Sasuke; luego miró su mano donde solía estar el listón de Ino, entendía perfectamente lo que decía Naruto, el dar todo por alguien así teniéndose que sacrificar uno mismo.

—Haz lo que te plazca. —barbulló, adquiriendo un sonroso en las mejillas por la vergüenza de aquella platica. —Al fin y al cabo, siempre lo haces.

—Bueno, por algo somos mejores amigos. —sonrió Naruto, alzando un puño en el aire. —Ya verás, estarás rogándome para que salga contigo.

— ¡Quién haría esa cosa tan vergonzosa! —reprochó Sakura, lanzándole una almohada a la cara.

ReflejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora