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DE GATOS, GALLINAS Y DUEÑOS

Le duele la cabeza; son las once con vente de la mañana, tiene residuos de una resaca y se desliza pesadamente por su departamento hacia la cocina para prepararse el desayuno. Siente el cuerpo cansado, pesado, pero va despertando despacio conforme el movimiento le va ganando.

Cocina; necesita un buen desayuno.

Está poniendo la cafetera con algo dulce y cargado, cuando escucha el primer golpe, un "toc-tac" consecutivo que pasaría por un segundero pesado, salvo porque el moreno no tiene reloj de pared. Lo ignora, no demasiado enterado de lo que está pasando y suficientemente soñoliento como para prestarle atención; pone el café y mira hacia los huevos que están en la sartén, revueltos con mantequilla, leche y frijoles enchilados, es un batido que se ve asqueroso y huele bien.

Tic-tic-toc-tac-tac-tac.

El hombre quiere tocino, lo busca en el refrigerador y lo saca. Lo rebana.

Sus nervios se empiezan a crispar cuando el golpeteo se repite; de pronto está completamente alerta, como cuando vivía en la vieja cabaña en Augusta y creía escuchar un animal acercarse desde el bosque.

Tic-tac. Tac-tac-tac.

En cuestión de segundos, la mente de Daryl ya está escaneando su casa para saber de dónde viene el sonido, y casi se sorprende cuando comprende que viene desde su puerta. Casi irracionalmente piensa que alguien está llamando a la entrada a pesar del timbre y de que claramente no espera visitas ni nadie viene a visitarlo nunca o le cerrará la puerta en la cara; odia las visitas inesperadas.

Va a la puerta y la abre de golpe listo para gruñir a quien sea que esté molestando tan temprano (no es temprano, es casi mediodía, pero para él da lo mismo). Tiene resaca y nulas ganas de estar tolerando a un vendedor de puerta en puerta o a quien sea que...

Una gallina grande, gorda, blanca, de cresta roja, entendiendo que la puerta abierta es claramente una invitación, pasa por entre los pies del moreno haciendo un suave cloqueo y entra en la casa sin siquiera dirigir una mirada a su anfitrión.

Desconcertado, el hombre mira a la gallina.

Tan irreal que contempla por un segundo seguir soñando, o quizá no tiene resaca y en realidad sigue borracho. Quizá incluso no bebió sino que se drogó. Quizá ni siquiera tiene veinticuatro años y en realidad tiene diecinueve, sigue viviendo con Merle y fumó algo que le sentó mal, y todo lo que considera que ha vivido hasta ahora sólo es una ilusión de su mente... Correcto, demasiada mierda filosófica para él, y es demasiado temprano, tiene resaca, tiene hambre, y ahora hay una gallina en su sala caminando por allí en busca del mejor sitio para poderse echar. Daryl cierra la puerta, negado a pensar ni hacer nada sino hasta después de desayunar.

Está sacando una cerveza del refrigerador cuando  Mr. Cat Davis, alias Gato, le confirma que, cuando menos, la gallina no es una alucinación, o probablemente el gato también esté drogado o borracho. El pelinegro está sacando la lata de cerveza, entonces se asoma por la puerta del refrigerador y ve a su gato venir desde el corredor con su paso ligero ante el aroma del tocino friéndose, cuando, al mirar hacia en ventanal de la sala, ve a la gallina echada tomando el sol, y se queda petrificado: el gato mira hacia el moreno como en busca de una respuesta de tan extraña visión, y Daryl sólo sacude la cabeza porque no tiene una mejor respuesta. El gato, curioso se acerca a la gallina echada en el sillón tomando el sol, pero cuando la gallina vuelve la cabeza hacia él, cloqueando, el felino cambia de decisión y decide ir al comedor por ese tocino que huele.

El moreno masculla lo poco que sirve de gato, en Augusta los gatos perseguían hasta guajolotes.

Deja la cerveza en la mesa y se dirige a su baño por un par de aspirinas. Cuando vuelve, el gato se ha sentado sobre de la barra de la cocina sin apartar la mirada del tocino en la sartén, mirando a discreción hacia la gallina y hacia el moreno. Daryl se traga las pastillas sin ayuda de agua, masculla una maldición por cualquier cosa y va a apagar la estufa. Busca pan, quiere pan para el café y para el huevo. Está sacando el pan de caja de la alacena y entonce suena el timbre de su puerta.

DESUS. Daryl y JesúsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora