TSIDANALU

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Prólogo

—Es de Aftercare —le explicó Johanna. Rovia miró los papeles una séptima vez antes de asentir y prometer que lo pensaría.

—¿Crees que me acepten? —inquirió levantando una ceja. Aftercare había sido la organización que se encargó de acompañarlo durante su época en el orfanato, durante y después de cada casa grupal. Aunque sus estadías en las casas grupales no siempre fueron agradables, Aftercare se encargó de su monitoreo y eso le permitió emigrar a una nueva casa siempre que comenzaron los problemas, especialmente cuando supo que era gay y algunas casas demasiado religiosas o conservadoras podían poner en riesgo su integridad.

—Me pidieron que me pusiera en contacto contigo, así que yo diría que sí.

Johanna, una de sus hermanas de casa grupal, creció para convertirse en trabajadora social y se unió al Aftercare a manera de regresar un poco de lo que se le dio. La empresa había seguido a Paul incluso después de su myoría de edad y a veces todavía lo llamaban para tener un registro de la vida de los niños huérfanos de América. Así que Paul tenía su propio interés por ayudar al Aftercare y esta nueva propuesta que, aunque lo tomó por sorpresa, le interesó, aunque...

—Sería tener mi propia Casa Grupal —les contó a Maggie y su grupo unos días más tarde—. Fui un niño de casas grupales y la organización cree que por lo mismo sabemos lo que necesita un niño en esas condiciones, podemos hacerlo bien, mejor, tal vez. El sistema del estado proporciona a los cuidadores de los niños un aporte económico por cada niño recibido, lo que explica que a más niños se acepten más dinero se ingresa y que las casas grupales puedan ser más grandes, pero también es verdad que a más niños hay, menor pueden ser cuidados por una pareja.

—Pero te llama la atención ser cuidador de niños «no adoptables» —comprendió Glenn al lado de su novia, era una comida amistosa como las que solían tener Glenn y Maggie con todos sus amigos, y a las que aveces se animaba a ir Paul a pesar de ser más bien sólo amigo de unos pocos de los sentados allí a la mesa.

Paul asintió.

—No puedo solo —dijo sin embargo—, me gustaría intentarlo, pero no solo, yo...

—¿Qué hay de Duncan? —preguntó Tara, no muy lejos—: si ya empezaron a hablar de mudarse juntos...

Paul sacudió la cabeza.

Duncan odiaba a los niños.

Jesús y Duncan habían estado hablando desde hacía unas semanas de dar el siguiente paso luego de casi dos años de noviazgo, irse a vivir juntos, pero el tema de lo que seguiría luego era un problema, Duncan quería casarse y a Rovia le interesaba tener hijos, a Duncan lo disgustaban fácilmente los niños y tenía nula paciencia para con ellos exigiéndoles que se comportaran como pequeños adultos, y Rovia no le veía sentido al matrimonio si no era para adoptar hijos luego, así que aunque todavía estaban hablando de mudarse, lo cierto es que no lo estaban haciendo hasta que resolvieran aquello. Paul le había comentado a Duncan sobre la propuesta del Aftercare y él fue directo diciéndole que no estaba ni mínimamente interesado, pero comprendía que Paul sí porque... bien, era Jesús y tenía que ver con su pasado, siempre que él no saliera afectado, a Duncan le daba igual si Paul quería intentar tener su propia Casa Grupal.

—Me uno —soltó la rasposa voz de Daryl desde el otro extremo de la mesa—, puedo ayudar.

Paul se volvió hacia el hombre lo mismo que el resto de los amigos.

Daryl frunció el ceño al sentir todas las miradas sobre de él.

—No se me ocurre nadie mejor para unirse a tu negocio paternal —sonrió Maggie—. Judith y Hershel pueden dar constancia de lo bueno que es cuidando niños. Dios sabe que ese hombre nació para tener niños y... bueno, tiene su propio pasado... —reflexionó—, tampoco se me ocurre nadie mejor que sepa lo que puede necesitar un niño con problemas familiares, si ustedes entienden.

DESUS. Daryl y JesúsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora