PANDORA

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Ok, todo comenzó así...

Era una helada mañana a mediados de enero. Había nevado durante varios días enteros, pero cuando finalmente se detuvo la tormenta, dos carretas tipo trineo salieron desde Hilltop rumbo a la antigua Farmacia Riyad, más específicamente, su laboratorio en la parte trasera. El tipo de lugares que nadie podía haber querido asaltar al principio de todos y que el tiempo había dejado olvidado ahora que se volvían a necesitar.

Tras la caída de Negan, el mundo se había reorganizado.

Eugene ahora era parte de Hilltop, y había sido quien sugiriera ir por los químicos farmacéuticos para preparar medicinas reales con las bases de las plantas que estaban sembrando. Y habrían esperado a primavera, de verdad, pero aquél invierno había resultado bastante crudo y había enfermos por todos lados, principalmente adultos de edad y niños muy pequeños que no sobrevivirían a más heladas sin medicina potencialmente apta. Así que sí, el viaje se hizo en calidad de emergencia.

Diez personas en total realizaron aquél viaje.

Regina era la encargada de llevar las listas y saber lo que iban a necesitar, se había dedicado a una farmacia por ocho años enteros antes de que ocurriera el fin del mundo, ahora tenía casi cincuenta años, era fornida, morena, con pequeños ojos azules que se le agrandaban por los lentes de fondo de botella, y tenía un horrendo corte que parecía se había hecho poniéndose una cacerola en la cabeza, pero ella, después de Eugene, era quien más y mejor sabía de química y químicos.

Jesús y Daryl eran los encargados de la guardia y custodia del equipo.

Ambos saltaron de los respectivos trineos apenas se detuvieron y se adelantaron para matar a los seis Caminantes prácticamente congelados en la entrada de la farmacia. Dixon abrió la puerta tirando de la cortina metálica cubierta de hielo mientras Paul organizó al equipo para entrar al laboratorio, cargar y amarrar lo que fuera que fuesen a llevarse.

Fue un trabajo limpio y rápido, nadie quería estar demasiado tiempo allí afuera.

El pelinegro fue el principal apoyo para cargar los barriles sellados con los químicos solubles o en polvo. Iba con tanta ropa encima que se parecía muy poco al Daryl Dixon que todos se sabían de memoria. Trabajó en silencio, como siempre, aceptando, ayudando y gruñendo, lanzando algunas cuantas miradas hacia donde Regina y el castaño supervisaban al grupo y mantenían las rampas alineadas con los trineos.

Precisamente allí fue cuando sucedió, pareció surgir de la nada, sinceramente.

Por lo menos, Jesús no lo vio venir ni supo de dónde salió.

—Entonces —dijo Regina hablando por primera vez en quince minutos—, ¿finalmente ya se te declaró Daryl Dixon?

—¿Declararse?, ¿como amorosamente?

Regina asintió.

—Lo oí ayer noche hablando con Maggie en la caballeriza, lo oí cuando Maggie le dijo que entonces te dijera que le gustas y todo eso, pensé que para eso te pidió que hablaran en privado esta mañana...

Rovia la miró parpadeando, un poco boquiabierto, y negó con la cabeza. Dixon le había pedido un momento en privado, pero sólo hablaron de la ruta,l os posibles peligros y el acuerdo de cómo llevar aquella marcha siendo que sólo iban ellos dos como guardianes. En realidad el pelinegro ni siquiera le había dado indicios de sentir algo por él.

—Tengo a Alex —le recordó Paul a la mujer.

—Entonces ¿lo rechazaste?

—Él no me ha dicho nada —atajó Jesús mirando a otra parte—. Y no creo gustarle a Daryl, tal vez te confundiste o...

DESUS. Daryl y JesúsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora