VERDAMMNIS

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Capítulo 1

Aunque Rick bajó el arma, Daryl continuó apuntando.

—Mi nombre es Paul Rovia, pero mis amigos me llaman Jesús —respondió el hombre abriendo los brazos, tenía los ojos más azules que Rick le hubiese visto a nadie, y su sonrisa fue más que una burla.

—¿Cuántos Caminantes has...? —comenzó Rick, pero su acompañante lo detuvo.

—No, a él no —bramó el moreno.

—Pero...

El tal Paul se alejó corriendo doblando por la esquina gritándoles que ellos también deberían correr, y el moreno no dejó de apuntarlo sino hasta que desapareció de su vista.

—El tipo es peligroso —le advirtió Daryl—, mientras más lejos, mejor.

—Estaba limpio, quizá tenga una comunidad...

Daryl negó con la cabeza y ladró, Sólo olvídalo.

En aquél momento escucharon ruido detrás de la caseta de la gasolinera y corrieron a ver.

Petardos.

—Mierda —soltó Rick al comprender.

Volvieron corriendo al frente sólo para ver cómo el tipo se robaba su camioneta gritándoles una disculpa y dejando caer sus mochilas en el camino.

—Por supuesto que sí —gruñó el arquero recogiendo su mochila y, sin mediar palabras, echó a correr detrás del vehículo como si en verdad creyera que lo podía alcanzar, y a Rick no le quedó más remedio que correr tras de su amigo.

—¿Sabías que estaba mintiendo? —preguntó Rick jadeando cuando encontraron la máquina de sodas y se detuvieron a recoger las latas con las que el cazador parecía extrañamente obsesionado, y vio a Daryl beber e lcontenido de una lata rota mientras gruñía una respuesta que no llegó a ser palabras—; no es de los tuyos, ¿cierto?

Daryl lo fulminó con la mirada, le alcanzó la lata y retomó la carrera. El calor abrasador de una tarde a mediados de abril se cernía sobre de ellos con inclemencia; aunque oscurecería en unas cuantas horas, el sol ardía sobre sus espaldas y cabeza y el viento no soplaba.

«Agradecidos con el de arriba», bromearon, agrios, los dos hombres cuando encontraron al ladrón cambiando la llanta del camión, apenas un kilómetro adelante por sobre la carretera; el arquero podría haber pensado en un milagro, pero no estaba de humor.

—Vamos —susurró Rick.

Trataron de emboscarlo, pero el tipo se los quitó de encima en cuatro segundos, y hubo que derribarlo y apuntarle con sus armas directo a la cara para que se pusiera en paz.

—Ustedes saben que no soy un mal tipo... —sonrió el tal Jesús, parpadeando.

—Claro —masculló el moreno con sarcasmo—, y una mierda. —Lo dejaron maniatado en mitad de la carretera, riéndose con buen humor cuando Dixon agitó una botella de soda y se la arrojó encima «Por si te da sed», y se largaron de allí en el camión esperando no tenerlo que volver a ver.

Pero luego, unos kilómetros después, el cazador escuchó algo, apagó la radio y "sintió".

—El muy imbécil está arriba —dijo a Rick. El sheriff frenó el coche de golpe: desde su asiento vio a Jesús caer frente a ellos con la agilidad de un gato sobre sus pies. Ya en el suelo les lanzó una mirada y una sonrisa astuta escapó de su boca antes de echar a correr.

Rick condujo intentando alcanzarlo.

Daryl, harto, abrió la puerta de su lado y saltó afuera cayendo casi con la misma agilidad del otro; así comenzó la verdadera persecución, fue como ver a una serpiente escurridiza escapando de un águila que le caería encima en cualquier momento.

DESUS. Daryl y JesúsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora