ORDINATIO NUPTIAS (2)

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CAPÍTULO 3: Cónyuges

—Estoy saliendo mañana a cazar —anunció el moreno durante una cena con todos—, se están quedando sin carne, y es temporada de ardillas.

Rovia no comprendió el chiste, pero todos rieron. Carl le preguntó cuándo volvería y Jesús casi se atragantó al comprender que este hombre solía pasarse días completos allá afuera, solo. El hombre miró a Carl y le dijo que eso dependía de qué encontrara en el camino. Ardillas, el mismo día; un venado (que no era temporada), dos días, tres a lo sumo; conejos o liebres, una semana entera y les traería tanta comida que les duraría por un mes entero; un cerdo o mofetas, ocho días, con suerte.

Carl estaba en esa edad en que quería comenzar a pensar hacer algo con su vida y era obvio que la cacería lo atraía, el chico asintió con cara de estar memorizando los tiempos. Hasta que Rick bromeó agregando: Un resfriado, cuatro noches. Y todos se rieron.

Como en Hilltop, el pelinegro se levantó antes que el sol y se arregló para salir.

Lo bueno de dormir en el sótano era que sus pesadillas y sus madrugadas no despertaban a nadie, subió las escaleras para ir a la cocina a recoger algo para el almuerzo, y notó entonces que la luz estaba encendida, ni siquiera necesitó entrar para saber quién estaba allí dentro; dudó. Había querido llevarse algo para comer, pero no molestaría a Jesús si estaba desayunando tan de mañana. Suspiró resignado y fue a la puerta para coger su chaleco del armario y su ballesta.

—No necesitas irte como un ladrón —bromeó el castaño, saliendo de la cocina, y yendo a su lado le entregó un fardo con comida empacada—. Marta dijo que siempre que salías a cazar pasabas a la cocina para pedir algo, así que...

El moreno gruñó algo que sonó a un agradecimiento.

—Vamos —dijo Paul con simpleza y salió delante del moreno para acompañarlo a las puertas de Alejandría—. Ten cuidado allá afuera y vuelve pronto —le pidió mientras Eugene abría las rejas.

—Cuídalos aquí —asintió él—. Vuelvo. —Hubo un instante en que se preguntaron si debían despedirse con un beso. Se sintió como si tuvieran que hacerlo, pero al mismo tiempo la simple idea les pareció extraña e incómoda. El propio Eugene se les quedó mirando como queriendo averiguar qué harían luego. Al final, Rovia decantó por dar un rápido beso de mejilla contra mejilla, como los amigos o los niños.

Desde la puerta, Rovia vio alejarse al pelinegro por el camino y salir del mismo internándose entre la hierba.

Eugene cerró la puerta y le aseguró que estaría bien, volvería sano y salvo. Si alguien podía estar allá afuera y sobrevivir a lo que fuera, era ese. Y Abraham, desde la zona alta de guardia, bromeó con su vozarrón diciéndole que no le habían puesto fácil el trabajo de enviudar pronto, ese tipo Dixon era duro y no se moriría pronto.

Eso espero, pensó Jesús, y volvió a la casa.

Daryl estuvo fuera por cinco días completos, aunque a todos les inquietaba que alguien estuviera solo allá afuera en estos días, nadie parecía especialmente preocupado, Carol incluso aseguró que estaba más a salvo Daryl allá afuera y solo, cazando, que dentro de muros que caían y teniendo que cuidar de gente.

Si bien no trataba demasiado con el pelinegro, lo sorprendió darse cuenta lo mucho que resintió su ausencia, por suerte, Maggie y Aarón le facilitaron su estancia y se entretuvo gran parte del tiempo ayudando en los muros y las guardias; por esos días fue invitado a cenar en casa de Aarón y Eric, que le contaron sobre las salidas de Aarón con Daryl para buscar cosas y sobrevivientes, y Eric le pasó la receta de sus espaguetis especiales, que amaba tanto el moreno. Quizá no fueran esposos en serio, dijo el pelirrojo, pero nunca estaba de más llevarse bien con la persona con la que se vive. Y llevarse bien con Daryl no costaba tanto trabajo como parecía.

DESUS. Daryl y JesúsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora