PURPLE SKY

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PRÓLOGO

Es septiembre y está lloviendo.

Rovia había planeado este día desde hacía más de un año, se suponía que sería ese gran evento que cambiaría su vida y del que jamás se arrepentiría. Durante siete u ocho meses juntó todo el dinero que pudo y compró un bonito y sencillo anillo de compromiso para dárselo a Rex; el tres de septiembre era su cumpleaños número 29 y tras casi tres años y ocho meses de noviazgo, Paul se decidió a dar el gran paso –aunque la boda debería esperar un año más para poder ahorrar–; en todo caso, da exactamente igual, porque poco más de nueve días atrás se acaba de enterar que Rex le ha estado siendo infiel por casi un año e incluso lo descubrió (aunque Josh aún no lo sabe), teniendo sexo con el otro, y se suponía que debería avisar que lo visitaría en su casa en lugar de sólo aparecer, pero quiso darle la sorpresa y... Hoy es el cumpleaños número 29 de Rex y Paul no lo llamó, cogió su mochila de acampar e hizo por sí mismo el viaje que había imaginado para dos. Lo que en realidad es mala idea porque está lloviendo, no un diluvio, en realidad, pero hay trueno y en el bosque el exceso de árboles hace dudar.

Justo cuando el agua arrecia y él busca un sitio para resguardarse y tratar de levantar su casa de acampar, sintiéndose enojado, estúpido y frustrado, nota a otra pobre alma que, como él, está en la mitad de la nada al resguardo de un enorme árbol, completamente empapado, aunque, a diferencia de Jesús, a ese otro no le parece importar,yace de pie mirando el cielo tormentoso, mochila al hombro, y un cigarro que la lluvia le apagó.

Paul simplemente va hacia a él, por no estar solo en el medio del bosque en plena lluvia, quizá sólo por distraerse de su propio mal humor.

El hombre lo ve venir y no se mueve, tal vez incluso lo espera. El castaño eleva la voz por sobre el ruido de tormenta y le dice que es en verdad un mal día para acampar, pero probablemente puedan hacerlo juntos para que sus casas se apoyen entre sí contra el viento que aúlla y sopla sin piedad.

—Mejor no —responde el aludido sacudiendo la cabeza.

Sus negros cabellos empapados le caen sobre de la cara como una cortina. Le hace una señal a Paul para que lo siga y lo lleva por una especie de sendero entre la maleza, subiendo una suave colina hasta que aparece delante de ellos una cabaña medio oculta entre los árboles.

El hombre abre la puerta usando una vieja llave y entra directo a encender un quinqué junto al portón; el interior tiene mejor clima,aunque todavía se siente frío y húmedo, con todo, Jesús se admira cuando la luz deja ver una pequeña habitación que sirve de sala, cocina, dormitorio y comedor, todo a la vez, con pocos muebles, todos de troncos.

Paul deja junto a la entrada su mochila empapada y su cazadora.

Se quita los zapatos y mira al otro hombre ir a la chimenea que enciende con apenas un poco de problemas.

—¿Es tuya? —pregunta por decir algo. El calor del fuego se siente bien de inmediato.

El aludido no parece haberlo escuchado, porque no responde, en lugar de eso vuelve por su mochila y saca de ella lo que parecen tiras de carne seca, un frasco con patas de cerdo en vinagre y pan de centeno.Hay en un recipiente plástico pequeño un buen trozo de queso, una cebolla completa y un cuchillo, y el hombre lo coloca todo en la mesa de centro de la sala, frente a la chimenea. Reparte la comida para dos; Jesús agradece a eso y saca de su propia mochila una jarra pequeña de aluminio, una botella de agua y un par de sobres instantáneos de café; así que la cena se siente bien (aunque Paul rechaza amablemente las patas de cerdo).

Su anfitrión le pregunta qué infiernos hace en el bosque en septiembre, allí en Virginia todavía son épocas de lluvia y seguirá lloviendo hasta mediados de mes cuando otoño finalmente se haga sentir.

DESUS. Daryl y JesúsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora