LUNA Y PLATA (3)

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Capítulo 6:

La luna llena de octubre era considerada una de las más poderosas, la noche estaba más oscura y la luna brillaba más, y la luna de ese año cayó exactamente el 19 de octubre.

Daryl la sintió llegar incluso encerrado en las cavernas. Su lobo quiso salir y correr y aullar, pero Daryl lo contuvo, recordándole que estaban encerrados por su terquedad con el albino. De todos modos, le dolió el cuerpo, así que bajó por una de las minas hasta una especie de alberca de filtración de agua fría donde se sumergió.

Su lobo tendría que acostumbrarse a no celebrar las siguientes cinco lunaciones, quizá más.

El agua frío le calmó los nervios y tranquilizó a su lobo interior. Estaba frotándose los doloridos hombros cuando sintió la mirada y la presencia, silenciosa y quieta, asechante y protectora en partes iguales. "No necesitas ocultarte", le dijo sin volverse. Paul salió de su escondite entre la piedra y lo miró con enormes ojos: —¿Cómo supiste...? —empezó, pero Daryl le lanzó una mirada estrechando los ojos que debió significar algo, pero Paul no lo comprendió.

—¿A qué viniste? —preguntó Daryl, en cambio.

—A verte, saber cómo sigues y sacarte de aquí, te estoy llevando a un sitio más seguro y mejor que un montón de piedras—; se desvistió sin problemas y se sumergió en el agua dando un grito poco masculino al sentir el frío en la piel, luego fue hasta el moreno mirando con detenimiento las heridas viejas de la espalda.

—Hueles a Rick —añadió todavía sin mirarlo.

—Tienes un gran olfato —bufó Paul.

Daryl volvió a lanzarle una mirada estrecha, acusadora, pero bufó por la nariz y se sumergió por completo en el agua.

—Lo vi hace menos de quince días, tu nariz está sensible.

—Es familia —espetó saliendo de nuevo a la superficie—. Lo extraño, me extraña.

A veces lo había sentido llamándolo y tuvo que tomar todo de sí mismo para no responder.

Jesús asintió, aunque su lobo pareció molesto por eso.

El castaño salió del agua en su forma de lobo y se sacudió el agua, mascullando para que el pelinegro hiciera lo mismo, así que el lobo negro también salió, se sacudió con un poco más de cuidado y lo siguió corriendo por el pasaje de cavernas hasta que salieron por un estrecho pasadizo directo a unas ciénagas.

Los lobos siguieron corriendo juntos. Jesús por enfrente guiando la marcha y Daryl sintiéndose contento de ver la luna y poder volver a sentir el aire en el rostro. Podría haber corrido la noche entera detrás del albino.

El blanco bajó la marcha cuando se alejaron de las ciénagas y saltaron un riachuelo.

Desde allí bajaron un poco y finalmente se encontraron llegando a los terrenos de un antiguo internado infantil llamado El Reino; los cuatro guardias que estaban en la puerta eran simples hombres, pues sus lobos habían ido a la hoguera, pero reconocieron al albino y los dejaron entrar.

Ezekiel no estaba, por supuesto, pero el rey siempre decía que Jesús era bienvenido, por lo que le ofrecieron que lo esperara en la sala o el patio, pero el castaño dijo que, de hecho, prefería un dormitorio, había estado en una excursión por algún tiempo y su acompañante también necesitaba una cama.

Benjamin, el joven que se encargaba de El Reino en ausencia del rey, mandó que les prepararan un dormitorio, les llevaran comida y agua, y les dejaran dormir. Cuando volviera el rey él personalmente le informaría de su visita, prometió.

DESUS. Daryl y JesúsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora