GO AHEAD (APOKALYPSE) -2

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Capítulo 4:  LAR

Despertó todavía con la imagen de Rick en su cabeza: no estaba seguro de en qué soñó, si fue una maldita pesadilla o un sueño cualquiera, y ni siquiera quiso pensar en cualquier otro tipo de sueños, simplemente recordó que había estado soñando con Rick cuando despertó. Miró el techo restregándose los ojos y parpadeó hacia donde su hija dormía acurrucada a su lado, una imagen que lo hizo sonreír a medias.

La cubrió con las sábanas y salió de la cama haciendo un mínimo de ruido.

Miró su reloj pulsera sólo para comprobar que eran las cuatro y media de la madrugada, tan temprano que el sol no había salido y la casona entera seguía a oscuras y en silencio. Una parte de él debió creer que se despertó para cazar, tal vez, porque era la hora en que solía salir de su hogar cuando necesitaba ir por leña o a cazar, de modo que el sueño lo abandonó por completo apenas salió del dormitorio.

Bajó por las escaleras rascándose la barba, decidiendo que necesitaba recortarla.

Casi dio un salto cuando encontró en el comedor a Paul. El tipo seguía en pijama, los largos cabellos en un peinado desordenado, se iluminaba a sí mismo con un par de velas. Sus ojos azules se lanzaron hacia él y su rostro ajeno se iluminó con una sonrisa diciendo algo que sonó a "Otro que no puede dormir", luego fue a la estufa donde se calentaba un poco de café y sirvió dos tazas. "Lo estamos haciendo bien, ya empezamos a encontrar cosas en común, ¿lo ves?", bromeó dejándole la taza enfrenta y sentándose a su izquierda, más cerca de lo estrictamente necesario, sus hombros se tocaron, a pesar de que había otras nueve sillas vacías.

El pelinegro siguió sin encontrar las fuerzas para pelear con él por sus comentarios. No eran malintencionados y sólo su forma de aligerar el momento; en el fondo habría odiado sonar como Merle al respecto.

Dio un trago a su café cargado, agradeciendo la quemadura en la garganta, y cuando encontró su voz simplemente soltó: —Sam y yo vamos a cambiarnos de cuarto, el que sea estará bien. Hablé con Kal y está dispuesto a recibirnos con él.

El castaño lo miró un momento sin cambiar de expresión, por encima de su taza, asintiendo. En realidad había todavía una docena de habitaciones libres, la mayoría pequeñas e individuales como las que estaban usando Glenn y Merle y ahora ese tipo Nick que encontraron la noche anterior en la calle disparando como por deporte a los hikers, ebrio o drogado, tanto dio, y que resultó ser un viejo amigo de Merle de sus días en la cárcel. Aun así, Rovia tragó su bebida y le preguntó como por charla el motivo de que se quisiera cambiar, probablemente algún desperfecto en el dormitorio que se necesitaba arreglar, o tal vez la niña quería una cama, aunque las veces que Jesús pasó frente al dormitorio, yendo al suyo, se asomó por el resquicio de la puerta y vio a padre e hija abrazados durmiendo cómodamente.

Daryl contempló mentir, cualquier excusa estaría bien, pero no encontró motivos para hacerlo.

No estaba lista para responder preguntas de sexo a su hija, le dijo simplemente, y no deseaba que Sam lo escuchara alguna noche mientras se acostaba con Alex, Ed, Terry, o quien le diera la gana.

Paul tosió una risa que lo hizo escupir su café de vuelta en la taza.

—No estoy llevando a ninguno a mi cuarto para tener sexo, descuida —se siguió riendo.

—Ese es el asunto, es tu puto cuarto y puedes hacer en él lo que te dé la gana, simplemente no quiero tener que contestar preguntas a Sam tan pronto.

Jesús se limpió la boca con el dorso de la mano, asintiendo: —No quiero parecer un fácil, ¿sabes?, sólo...

—Oye —lo frenó Daryl, porque no quería sonar a que juzgaba, él mismo había crecido siendo juzgado por todo y sabía lo que se sentía estar de ese lado—. Cuando tenía tu edad fui exactamente igual, ¿cuantos años tienes debajo de esa mata?, ¿20?

DESUS. Daryl y JesúsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora