INTO THE HOME (3)

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Capítulo 7

Daryl sacudió las últimas gotas; miró de soslayo a Jesús, que permanecía sentado en el relieve alto de la tina de baño concentrado en su móvil, se suponía que se estaba duchando, pero parecía distraído en su teléfono olvidando por completo la ducha e ignorando al moreno. El hombre no sabía si su silencio era debido a lo que le había contado o la llamada de Leah... Recostado en la cama, con aquella entidad encima, Daryl no había logrado reaccionar sino hasta que sonó su móvil. Sólo entonces estiró una mano para cogerlo y su cuerpo reaccionó por completo: el reloj marcaba las 03:25 de la madrugada. Del otro lado del teléfono la suave y susurrante voz de Leah.

—¿Daryl? —la escuchó susurrar. Él pronunció su nombre, bajo y raspado, y se deslizó fuera de la cama lo más despacio que pudo para no despertar a Jesús.

Salió al pasillo y le preguntó a la mujer si estaba bien.

Leah le dijo que sí, pero todavía no volvería pronto, Papa la mantenía en una misión lejos y ella se estaba haciendo la desaparecida hasta que consiguiera cómo volver sin que su familia se enterara. Cuando volviera lo llamaría nuevamente, porque ella era una Reeper, necesitaba que la escoltaran al interior.

Fantasmas, murmuró el moreno.

Leah hizo un ruido entre divertido y serio, fueran o no verdad, no se iba a arriesgar; Daryl se mordió la lengua para no decirle que, seguramente, eran verdad, fantasmas en la casa donde seguramente fueron torturados y asesinados por sus antepasados. Fantasmas que embrujaban la casa y atormentaban a los Reeper hasta hacerlos abandonar la mansión; el pelinegro no era un Reeper, Jesús no era un Reeper, Sarah era una Dixon... no en sangre, por eso el pelinegro guardaba un vago temor.

No fue una charla larga, sólo asegurarse entre ellos que el otro estaba bien y la promesa de volverse a ver pronto, un cuídate acompañado de un los extraño, un nosotros a ti, pero Leah podía estar tranquila, el moreno estaba cuidando de la niña.

Cuando el moreno volvió al dormitorio, cuatro minutos después, Rovia estaba sentado en la cama mirándolo en el silencio oscuro de la habitación, y con su voz tranquila le preguntó si era su esposa y si iba ya a volver.

Era Leah, confirmó, sólo para decir que estaba bien y no, todavía no iba a volver, y Jesús asintió.

Sin embargo, después de eso, guardó silencio y se sumergió en sus propios pensamientos.

Al otro día apenas le dirigió la mirada durante el desayuno, y el moreno temió que Rovia creyera que salió del cuarto no para no despertarlo, sino para ocultar que estaban juntos, como si en verdad fueran amantes.

Como para distraer la mente de Jesús de sus posibles pensamientos atormentados, el hombre decidió contarle lo que le había ocurrido justo antes de que sonara el teléfono. Paul escuchó el relato más bien con poca atención.

—Se te subió el muerto —fue cuanto dijo Rovia, leyendo los comentarios de sus redes.

El moreno estuvo dispuesto a creerle sólo por seguirle el juego y contentarlo, pero conforme pasó el día y para la mañana siguiente, el pelinegro había decidido que el teléfono sonó y lo despertó de golpe y le pasó lo que se llamaba «parálisis del sueño», y el ente que vio era sólo una extracción de sus pesadillas nocturnas, probablemente, pero no se lo dijo a Rovia, porque éste siguió en su nuevo silencio. Ahora obsesionado con hablar con su gente sobre cualquier cosa que pudieran decirle y explicarle lo que estaba pasando y lo que tenía que hacer.

Aquella mañana, las cosas todavía no habían cambiado. Daryl se lavó las manos y dejó a Rovia todavía metido en la tina.

Fue al dormitorio de su hija y la encontró dormida acurrucada en una cobija debajo de su cama, el pelinegro la sacó de allí, despertándola, y le preguntó qué estaba haciendo, y la niña le dijo que por la noche una niña había estado asomándose por su cuarto y la asustó, así que Eerie le dijo que se escondiera bajo la cama, era eso lo que él hacía cuando estaba vivo y «los otros» lo espantaban.

DESUS. Daryl y JesúsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora