GYPSY (2)

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6: EMBELESAMIENTO DE LUNA LLENA

Jesús estaba recostado en la cama, dormitando, sumido, aunque vagamente, en pensamientos lejanos, había comenzado monologando en su mente sobretodos esos pequeños detalles que, siendo nimiedades, cambiaban drásticamente la vida.

Una declaración de amor, enterarte que te es infiel, la decisión de la carrera que estudiarás, le dirás o no a tu familia que eres gay, fumar o no, la droga o no, ir a una fiesta, manejar ebrio, ni siquiera beber, volverte vegetariano, un montón de pequeñas cosas que, en realidad, lo cambiarán todo algún día.

Eso lo llevó a pensar en eventos mayores, traumas reales, las cosas que uno no podía controlar ni evitar, sólo dejando el control sobre cómo reaccionarás sobre de eso. A su mente volvió Daryl golpeando la cabeza de Joe hasta destrozarla por completo. Toda la adrenalina con que lo golpeó hizo que le dolieran los brazos al pelinegro por más de cuatro días, pero tenía cosas más difíciles de qué reponerse que un poco de dolor muscular, dolor en los brazos... el tamaño de esos músculos...

Fue ahí donde se quedó dormido. Soñó que estaba en un bosque recogiendo bayas silvestres, de las venenosas, y notó que no muy lejos, el pelinegro recogía un animal muerto que acababa de cazar, estaban charlando de cualquier cosa, principalmente él hablaba y el moreno gruñía, pero en su sueño, Paul usaba el cuerpo de mujer que tenía ahora...

...Para más, estaba «embarazada».

Vio el sueño como en tercera persona.

Una joven mujer de poco menos de treinta y cuatro años, muy embarazada, juntaba en una bolsa las bayas venenosas y bromeaba con un atractivo hombre de tal vez cuarenta, que llevaba al hombro una liebre muerta y recogía un zorro.

En el sueño, Paul se frotó el vientre y la espalda, cansado.

Daryl debió notarlo, porque amarró su zorro y vino con él; le acarició el vientre del mismo modo cariñoso, casi paternal, y le dijo que volviera a casa, descansara, a él sólo le faltaba revisar una trampa.

Rovia no se hizo del rogar, le dolía la espalda, le pesaba el estómago, le punzaban los pies y, aún así, sonrió feliz antes de abrazar a Daryl y alejarse de regreso al muro de Alejandría, que se divisaba desde donde estaban, en mitad del camino se volvió y le gritó a Daryl que volviera temprano, "El bebé nacerá en cualquier momento".

—El bebé ya nació, sólo falta que lo saques de allí —le respondió el pelinegro, divertido, señalando su estómago de embarazada antes de alejarse flanqueando el muro de aluminio. Rovia lo miró alejarse, y, dentro suyo, sintió al bebé moverse, vivo.

Fue allí cuando abrió los ojos, despierto, tranquilo. Poco a poco se dio cuenta que había anochecido, aunque la luz del pasillo fuera del dormitorio iluminaba tenuemente y vio la silenciosa silueta de Daryl pasar por allá afuera; sonrió y por inercia se llevó la mano al estómago, perfectamente plano.

Noviembre tocaba a su fin.

Luego de que Daryl pasara casi un mes entero ayudando en Hilltop, sintió que lo correcto era volver él mismo con el moreno y quedarse en Alejandría un mes: le costó trabajo a Alex creerle cuando le dijo que él era Paul JESÚS Rovia, el enfermero era incluso más reacio acreer en esas cosas que el propio Paul, pero cuando se convenció, frunció el ceño, una bofetada que realmente le dolió, una ceja levantada y, tras un largo silencio, Paul suspiró y le dijo que finalmente había llegado la hora de terminar en serio.

El nombre de cierto pelinegro ni siquiera se mencionó, pero fue el elefante en la habitación.

Daryl tampoco preguntó nada al respecto.

DESUS. Daryl y JesúsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora