GOOD MOOD

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CAPÍTULO ÚNICO

Sucede durante el curso de regularización de verano. Como si no fuera suficiente para el pelinegro el tener que seguir yendo a clases incluso en vacaciones, además, tiene que soportar «esto»; es una mañana de principios de julio y el clima arde. Su padre le gritó por tener que ir a la escuela en lugar de trabajar tiempo extra como debería para aprovechar el verano. Merle se burló de él mascullando cosas sobre su falta de inteligencia (como si el imbécil hubiera sido mejor en secundaria). Y luego, ésto...

La escuela está casi vacía para cuando entra. Ver el sitio sin tantos alumnos y los pasillos despejados se siente condenadamente bien, puede admitirlo para sus adentros, pero entonces, cuando llega a su casillero para coger su cuaderno de notas donde pretende anotar todo lo de su regularización, nota, aturdido, que su casillero está lleno de papeletas blancas con forma de corazón. Mira estúpidamente alrededor, como buscando a quien sea que haya puesto eso allí, quiere decirle que se equivocó de casillero, fuera para quien fuere, pero no hay nadie cerca.

Entra al salón tarde cuando el profesor está apuntando en la pizarra la clase del día.

Ni el pelinegro se disculpa ni el profesor lo regaña. Se ignoran entre sí.

El joven sólo entra, hace un rápido escáner con la mirada viendo al grupo y buscando una silla vacía.

Mira de soslayo altipo Ken, el chico chino, a la chica negra llamada Bertie, al hijoputa Spencer, al huérfano Paul, a la chica ruda Sasha, y finalmente distingue a Rick. El joven va a sentarse a su izquierda en la banca vacía y los dos jóvenes sólo se saludan con un intercambio de miradas.

—Copien en sus cuadernos —dice el profesor cuando termina de escribir—, tienen cinco minutos. —Añade y sale del salón a cualquier parte, y el grupo obedece en silencio, nadie quiere ser castigado con, además de venir al colegio en verano, quedarse tres horas extras después del curso.

—¿Qué va mal? —le pregunta Rick, apuntando y mirando de reojo a su amigo—, hoy pareces de peor humor que de costumbre.

El moreno gruñe por todo comentario; apunta en su libreta con enorme y horrenda letra lo que sea que haya escrito el profesor, ni siquiera presta atención a lo que dice, sólo copia letras juntas que, quizá, tengan sentido si las lee, pero no lo hace. Daryl Dixon tiene 18 años, está repitiendo el curso no porque quiera, ni siquiera porque sea tonto, simplemente abandonó un año la escuela dispuesto a ponerse atrabajar, pero Servicio Escolar no lo dejó, fue hasta su casa conTrabajadores Sociales y lo obligaron a retomar y terminar el último curso. Allí fue donde se encontró con Rick Grimes, tiene diecisiete, va a su tiempo y quiere terminar la secundaria para seguir los pasos de su padre y entrar en la academia de policías.

Daryl todavía está apuntando cuando Rick nota, en la mochila abierta, las papeletas con forma de corazón cuidadosamente juntas y acomodadas.

Rick lo mira y bajando la voz le pregunta si le gusta alguien y va a darle un detalle. El moreno lo mira sin comprender la duda, y cuando el muchacho señala las papeletas, sacude la cabeza y masculla que alguien se equivocó en poner el detalle a su novio y lo pegó en su casillero. Tal vez una chica enamorada con un detalle para su chico y que resista el curso veraniego. Para Rick tiene sentido, ciertamente, porque tampoco imagina a alguien enamorándose de Daryl, mismo que pasó el curso anterior amedrentando gente y agarrándose a golpes con los chicos de" la quinta", que es, en realidad, el motivo de castigo que lo hizo terminar aquí.

—¿Y qué vas a hacerle a los corazones? —inquiere Rick.

El mayor se muerde un labio y masculla que va a dejarlo en «objetos perdidos», no es su problema ni de su incumbencia, pero tampoco quiere ser quien le arruine la sorpresa a la chiquilla.

DESUS. Daryl y JesúsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora