CANCIÓN DEL SUR (3)

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CAPÍTULO 6: MAN TRASH

Están de vuelta debajo del puente, pero esta vez llevan bebidas calientes y almuerzos en cajas de comida rápida.

—Siempre lo supe, ¿sabes a lo que me refiero? —dice el mayor.

El pelinegro le explica que en su cabeza siempre fue un chico. Cuando era muy pequeño para entender nada, mirando la televisión siempre se identificaba como el niño de las caricaturas o de los cuentos que su madre le leía, alrededor de los cuatro años descubrió que era una niña, aunque no comprendía el significado, de todos modos supo que debía ser como las niñas de la televisión, y la simple idea le pareció extraño. Hacia los siete entendía que era una niña y que Merle era un niño, todavía así, creía que cuando se hiciera mayor se convertiría en un niño mágicamente y sería como Merle y su papá.

A los ocho años comprendió plenamente que era una niña, pero en su cabeza seguía siendo un chico, era raro estar con las niñas y hacer cosas de niñas, en cambio jugaba bien con los chicos, reía, bromeaba, se empujaba, peleaba, maldecía como camionero, y añoraba con ser como Merle al crecer. Simplemente no se hallaba como mujer, aunque sabía que lo era, daba la impresión de que la mayoría de veces su cerebro lo olvidaba y en su cabeza él era un niño más, uno al que lo obligaban a tener el cabello largo y usar ropas de niña.

A los nueve se enojaba mucho de que lo trataran como niña. Los chicos con los que se juntaba a veces les daba por bromear diciéndole y recordándole que era niña, así que los arrastraba al patio del colegio y se agarraban a golpes, se golpeaban con ira absoluta, hasta que alguien llegaba y los separaba.

—Era una machorra —se burla de sí mismo Daryl.

Para los nueve Daryl ya no tenía madre, y su padre y su hermano no se molestaban en delicadezas para con él, lo dejaban usar blusas sueltas, pantalones, y usar los cabellos que se cortaba con tijeras.

La primaria fue extraña y pesada, pero no horrible.

—Incluso la recuerdo con cariño —admite—. El problema vino en secundaria.

A los once empezaron a crecerle los pechos y los chicos lo molestaban todo el tiempo.

—Apenas aparecieron los odie, así que empecé a apretarlos con vendas y capas de playeras, recorté mis cabellos a rape, como Merle, y vestía capas de ropa encima.

Fue por esa edad en que Merle notó que algo andaba mal con él. Fue a esa edad en que un tipo se le declaró, lo rechazó, y luego volvió con un amigo para obligarla a darle el sí, y se golpeó con ellos. Los niños fueron el azmereír del colegio porque los golpeó la marimacha de Dixon. Así que luego volvieron con otros cuatro y se agarraron a golpes en ese mismo puente, fue cuando Merle llegó a rescatarlo mientras los chicos lo molestaban intentando arrancarle las ropa gritándole que tenía tetas y vagina.

—Para colmo, días después de eso sangré y entré en una crisis existencial.

Entendía que tenía que suceder, su cuerpo era femenino, pero cuando ocurrió se sintió irreal.

—Grité, patee, maldije, empujé, rompí, me puse loco, a mi padre le dio risa, dijo que así se ponían todas las mujeres Dixon en sus días, pero Merle vino, me arrojó tampones y me preguntó qué diablos iba mal conmigo—, el moreno cierra los ojos y recuerda el día—, me eché a llorar y le dije que no quería ser niña, que quería ser chico, quería los músculos, la estatura, la manzana de adán, quería un pene y odiaba mis pechos, y la cara de mi pobre hermano fue épica.

Pero Merle no lo tomó en serio sino hasta una tarde que descubrió al pelinegro haciendo cortes en sus pechos, quién sabe, quizá el moreno creía por entonces que podía cortarlos por su cuenta o que si los desangraba lo suficiente bajarían de tamaño, o tal vez se infectaran y habría que amputarlos.

DESUS. Daryl y JesúsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora