BAJO EL CIELO DE GEORGIA (4)

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BÓVEDA CELESTE

La cita del quinto mes es más fácil y mejor planeada.

El doctor deja que la joven pareja se quede en ascuas por un largo momento, explicándoles que quizá el niño no esté colocado y no deje que vean si será niño o niña, pero cuando los dos jóvenes piensan que no lo podrán saber sino hasta el próximo mes, el médico suelta:

—Es un chico.

El médico señala una parte del monitor en algo que parece que para él tiene sentido, pero los dos muchachos a duras penas le encuentran forma a la figura en la impresión cuarenta minutos más tarde, mientras vuelven a Fortcountry. El moreno está un poco decepcionado, pero la cara de orgullo de Jesús vale la pena.

Esta vez el moreno sí se queda con una de las impresiones del ultrasonido, una parte de él, tal vez ingenua, piensa que puede decírselo a Merle y su hermano se calmará un poco cuando sepa que su sobrino será niño.

Al día siguiente va a trabajar y muestra la imagen a Tyreesee. El niño tampoco comprende la imagen, pero sonríe de todos modos y lo felicita por el bebé, es partidario de que faltan niños y no niñas en el mundo; en su imaginación infantil ya está planeando dónde colocarán un corral para que se quede el bebé mientras el moreno trabaja, sin duda sus papás estarán encantados de tener un bebé por allí, y Sasha, aunque se haga la dura.

Por la tarde sale a comer con Glenn y le muestra la imagen, su amigo la mira un segundo y parece entenderla al instante, porque abre mucho los ojos y, atragantándose con la hamburguesa, le da un golpe amistoso en el brazo y le dice que tendrá un niño.

—Yo quería una niña —dice el mayor, sin embargo.

—Ya tendrás oportunidades para buscar tu niña —sonríe Glenn.

Daryl se ríe y asiente, en realidad no cree que eso pase; no en un largo rato, y tal vez Jesús quiera un hijo más, pero tendrán que esperar a que acabe la universidad y trabaje un rato. Su niño tendrá unos ocho años, quizá, y Daryl tendrá veintiséis, así que todavía está bien. De lo que no está tan seguro es que Paul y él duren juntos tantos años...

Esa noche vuelve a casa de Merle temprano.

Tal vez se lo diga hoy, piensa, y con un poco de suerte su hermano soportará el mal trago y terminará teniendo un aliado para cuando llegue el momento de que lo sepa su papá. Es decir, Paul puede seguirlo ocultando a sus padres sin problema, podría hacerlo por años, pero al moreno le queda menos de un mes para que el embarazo se note suficiente como para que ni la ropa lo oculte. Cena las sobras de lo que sea que haya comido Merle, y mientras come sobras grasosas y frías sostiene una conversación con su bebé asegurándole que en realidad está bien que sea un niño, odiaría que el bebé crea que lo odia por ser varón.

Entra al cuarto de su hermano y se recuesta en la pequeña y vieja cama.

Si se acuesta en su nido de mantas podría quedarse dormido y no escuchar cuando llegue Merle, sin embargo, su hermano lo despertará para correrlo si se queda dormido en la cama de él, deja la impresión en el mueble de cabecera para enseñársela Merle cuando vuelva; supone que se duerme, porque de pronto despierta peligrosamente alerta, como si estuviera acampando y escuchara el ruido de un animal salvaje que se acerca demasiado. Su instinto lo levanta y lo arrastra del otro lado de la cama antes de comprender lo que está pasando.

Entonces finalmente escucha la voz de su padre.

—¡Hijo de perra! —grita—. Sé que estás aquí, maldito marica, ya me enteré que estás de perra con los niños ricos del pueblo de al lado. Seguro que te pagan bien para poderse follar a un jodido fenómeno como tú.

DESUS. Daryl y JesúsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora