WOLF INSTINCT (3)

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CAPÍTULO 8: Manada.

Daryl no vuelve sino hasta las dos de la madrugada, ahora es mediados de febrero y el clima intenta mejorar, pero a esas horas el termómetro marca once grados y aunque a él no parece afectarlo demasiado, cuando entra a su casa descubre a su hijo y a Rovia sentados juntos en la sala, bajo una manta, bebiendo algo caliente y con Alison dormido acurrucado entre ellos; por un segundo piensa que de verdad habrían hecho una buena pareja, incluso si Ash es seis años más joven, es alto, es guapo y pronto perderá la apariencia de niño, mientras que los omegas suelen conservar por demasiado tiempo su aire espabilado y juvenil; al segundo siguiente frunce el ceño, ¿por qué mierda siguen despiertos si hace tanto frío?

Ash y Paul voltean a verlo apenas entra, aunque quien se levanta es Jesús abandonando el calor de la manta y viene al moreno tomándole el rostro entre las manos para besarlo.

—Perdón —se disculpa y parece al borde del llanto.

—¿De qué? —sinceramente no entiende.

—Estaba hablándote de nosotros, de... ya sabes, y luego voy y me preocupo por el bebé de otro, sé... sé que los alfas odian eso y tú te has esforzado tanto por Alison y por mí. Fue injusto para tu alfa. —Daryl lo mira y asiente, porque su alfa se enojó del cambio de tema, pero su alfa se enoja muy fácilmente desde que tiene diecisiete años, no una sorpresa, su alfa se enojó de no hablar de follar para tener cachorros, se enoja porque no puede reclamar a este omega y se enoja porque este omega y su cría no son suyos, y se enoja porque Ash está creciendo demasiado rápido y pronto no podrá ser su cachorro porque será todo un alfa: ahora comprende un poco lo gruñón del viejo alfa de Merle, piensa, divertido.

—Uno de nosotros dos tiene que poner las prioridades correctas y claramente no seré yo —se encoge de hombros—. Y la prioridad es el cachorro que ya existe. Yo no necesito otro cachorro, le guste a mi alfa o no, y tú tienes que priorizar al tuyo incluso por encima de Ash y de mí, él y yo sabemos cuidarnos solos, siempre hemos sido sólo él y yo... —da un paso atrás para hacer un espacio con Paul, su alfa ahora de pronto no sabe si ama al omega, si lo preocupa o lo molesta (Daryl sí, pero su alfa es más instintivo que eso), con todo, puede notar que el omega del castaño agacha la cabeza como perro regañado.

—Yo... quiero un cachorro contigo, sólo que... —intenta Jesús; el moreno le pone una mano en la cabeza, justo como haría con Ash, como quien trata con un cachorro (de nuevo), y Paul se molesta por eso, no es un niño y odia que el moreno lo trate como a uno, pero su omega está decaído, ha perdido su oportunidad de que este alfa le haga un hijo y todo por el cachorro que se le ocurrió tener con el imbécil de Duncan. El moreno respira y fija su atención en Paul, Alison, y finalmente en Ash.

—Me importa una mierda si tu alfa tiene una familia poderosa y mucho dinero —dice Daryl mirando a Rovia. No es mi alfa, piensa Jesús, y, Sí lo es, y es mi esposo, se lamenta y se detesta un poco—. Ash y yo tampoco estamos solos, llamé a la manada por apoyo. Duncan quiere buscarnos, Duncan puede encontrarnos. Ahora, váyanse a la cama, los tres, ya no son horas y mañana tienen deberes—, toma a Alison en brazos y lo lleva a la cama donde lo arropa y espera a que su madre se acueste con él—: Tranquilo, Paul, no van a quitarte a tu cachorro, yo me encargo —dice y apaga la luz y se sale de allí.

En la sala sigue Ash, sentado. El adolescente lo mira profundamente con esa mirada tan Leah, luego mira su bebida caliente y le dice que sabe que siempre quiso una camada completa, y se disculpa por haber sido su único hijo.

—Esa es la disculpa más estúpida que nadie pueda haberme pedido nunca —se burla el moreno y lo abraza. Su único cachorro está bien, es genial, es perfecto, y aunque no sea de ellos, si Rovia se queda en la familia como planeaban hasta hace unos momentos, verán crecer a Alison y a otros, porque el castaño es joven y querrá tener más crías y encontrará con quien, seguro. O no, tal vez se consiga otro alfa y más joven y con mejor vida, pero tampoco importa mucho, porque un día Daryl será abuelo y tendrá una camada para ver crecer, sabe que Ash quiere su propia camada, aunque esté en la edad de decir que no—. En todo caso soy yo el que debería disculparse... por nunca haberte podido dar una vida mejor, ya sabes, esas vacaciones y un carro nuevo cuando cumpliste dieciséis. Tendrás uno, no nuevo, pero en perfectas condiciones para cuando entres a la universidad, lo prometo—; Ash le regresa el abrazo y se aferra a él, tiene una colección de patinetas y ha ido a acampar con papá desde que tiene memoria, no cree necesitar nada más, aunque suela quejarse diciendo que sí.

DESUS. Daryl y JesúsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora