HOMIEST (3)

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Capítulo 5

El grupo se adapta bien a Hilltop.

Rovia descubre que asombrosamente se lleva de maravilla con Connie y su esposo Kelly, Daryl parece estarse entendiendo con Magna a pesar (o quizá gracias a) del carácter arisco de la mujer, y Maggie está más que encantada con Magna y su grupo en general, el pequeño equipo pone de su parte para acostumbrarse a esta comunidad, sin duda interesados en poderse quedar.

Y entonces un día mientras Jesús y el moreno están trabajando organizando el reforzamiento del muro noreste, preparándose para las lluvias que se convierten en verdaderas tormentas allí arriba, un día viene Tara corriendo gritando que Carol se acaba de comunicar por la radio con Maggie, Rosita entró el labor.

Siete minutos después, el moreno ha subido a su motocicleta y se va, Paul quiere poder ir, pero tiene demasiado trabajo aquí y, de hecho, se tiene que quedar porque Tara, Sasha y Maggie ya están preparando una camioneta para poder ir a El Reino también. Jesús los despide a todos y le pide a Sasha que envíe un abrazo a Rosita de su parte.

—Trece de mayo —anota un momento después en el calendario que ha escrito en una libreta en su casa.

—¿Cuál es el interés especial en este bebé? —pregunta Connie, las manos en las caderas y la sonrisa en la cara.

Rovia le sonríe de vuelta y le explica que Dixon es el papá, y todos en el pequeño grupo se sorprenden, porque hasta ahora han imaginado y deducido que él y el moreno son pareja, si los abrazos no los engañan. Paul se ríe de eso, asintiendo, pero lo de Rosita ocurrió antes de que él y el pelinegro empezaran a andar.

—Entonces... ¿qué faya? —inquiere Connie arqueando una ceja, era reportera y es una mujer perspicaz—, si no es una traición... —Rovia se mira los pies con las botas llenas de lodo y suspira.

—Daryl sabe... que quiero hijos y me encantaría ayudarlo con el suyo pero... lo nuestro es demasiado pronto y un bebé es demasiado rápido, yo... —Connie asiente en comprensión y le pone una mano en el hombro. A menudo las cosas no suceden como uno quiere, sin embargo, pasan justo como tienen que pasar.

Entonces recuerda su propia voz diciendo, un día tenemos toda la vida y de pronto ya no. Suspira y asiente para sí mismo antes de regresara trabajar: quedarse como encargado de Hilltop es algo que no le va a dar un respiro en los siguientes días, y no lo hace.

Pasa los siguientes siete días yendo y viniendo, resolviendo problemas, dando orden a los trabajos, evitando conflictos, y soportando a Gregory que se queja de que Maggie haya abandonado tan fácilmente su puesto.

Es la hora en que el sol se retira y el mundo se pinta gris.

Queda poco menos de media hora de luz y Paul se está asegurando de que todas las herramientas sean guardadas en las bodegas. Está recordando a la gente lo que harán mañana a primera hora para los pozos, cuando Maggie aparece con Hershel en su cadera y lo felicita por lo bien que lo está haciendo.

—Trajimos a Rosita para que pase las dos semanas de descanso que recomendó el doctor.

Fue un parto complicado, ocho horas de labor, pero salió bien al final. Rovia asiente a eso, le alegra saberlo. Con todo, la charla se detiene porque viene Gregory gritando y reclamando a Maggie que se haya ido y abandonado este sitio cuando su prioridad debe ser Hilltop; Jesús va a alegar, pero la mujer le hace un gesto para que se marche, ella ya resuelve todo lo demás, y Jesús lo agradece sinceramente, se aleja del caos para tomar un respiro de calma, va air a su remolque para darse una ducha y cambiarse la ropa.

En el camino descubre a cierto pelinegro de pie en medio de los jardines cargando en brazos una bola de mantas.

Jesús se queda petrificado, admirándolo, se ve tan doméstico allí parado con su bebé en brazos, sujeta un diminuto biberón con el que lo alimenta y sus ojos están completamente concentrados en la pequeña criatura que tiene abrazada, es tan pequeña que puede sujetarla en un solo brazo, y en sus dos brazos la desaparece por completo, y hay un bosquejo de sonrisa en los labios del cazador. Rovia corrige su camino y va hacia él. Daryl nota el movimiento y levanta la mirada. Jesús susurra un saludo por no despertar al recién nacido y abraza un segundo por el costado a su chico; se inclina para mirar al hijo. Cheyenne es verdaderamente pequeño, los cabellos ralos oscuros como su madre, pero tiene la piel de Daryl y su nariz chata. Es hermoso, decide tras una pausa, y susurra preguntando al padre y puede cargarlo un momento: Daryl asiente y lo cambia a sus brazos.

DESUS. Daryl y JesúsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora