SADENESS

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Capítulo 1: Bitty Southern

Cuando Paul se mudó a Atlanta con su novio, nunca imaginó todo esto.

En el mapa, Virginia no parece tan lejos de Georgia, pero en la práctica, parece un mundo completamente diferente. Atlanta es más pequeña que Richmond, pero tienen la misma cantidad de gente, lo que hace parecer que sus calles siempre están atascadas de personas, de carros... y de country.

Maggie Greene, la chica granjera que ha sido su amiga desde hace más años que Alex su novio, fue también la que lo ayudó con la mudanza, a conseguir un departamento cerca del hospital privado Grady Memorial, donde Alexis trabajaría como enfermero ahora que recién se había titulado.

Maggie Greene también es la única persona en toda Atlanta que Paul conoce, y por ello no se niega a aceptar a acompañarla en esa comida de los jueves por la tarde con sus amigos, alegres reuniones de las que siempre le contaba cosas cuando hablaban por teléfono, tanto que Paul incluso cree conocer a los amigos de su amiga sin siquiera haberlos visto nunca.

El clima de hoy es bueno, casi perfecto. Abril está en sus primeros días, no hace ni calor ni frío aunque el aire huele a humedad, y el sol brilla radiante en el cielo del mediodía, las calles tienen el flujo constante propio de los jueves y el sol da un tono dorado y rojizo a cualquier sitio al que se mire. El restaurante del que le habló Maggie para citarlo es un pequeño local rústico de madera y leños con los clásicos cráneos colgados de decoración. Un cartel en madera quemada reza «Bitty Southern» y hay una carta con todos los alimentos que contienen.

El lugar huele a carne asada y a carbón, a vegetales a la leña y salsas de todo tipo.

A la hora en que Jesús entra al restaurante, todas las mesas ya están ocupadas, aunque no puede decirse que el local se vea lleno. De fondo, alguna música que reconoce como country pero que no ha escuchado nunca en su vida, lo que tampoco es extraño, porque en Virginia el country no es tan popular.

—¡Aquí, guapo! —lo llama Maggie agitando una mano por encima de su cabeza. Está en una mesa sentada cerca del televisor y la barra de cervezas, y es tan hermosa como la última vez que la vio, allí sentada con su sombrero de alas y sus pantalones vaqueros ajustados y una playera de manga corta en un gris deslavado.

—Maggie —saluda él aproximándose a la mesa, todos lo voltean a mirar para conocerlo, pues es obvio que la chica les ha informado que habría un invitado más a la reunión de hoy; diablos, es probable que toda es agente incluso sepa quién es él y por qué está allí, pero eso también está bien, porque al mirarlos, Rovia prácticamente puede reconocer a cada persona a pesar de nunca haberlos visto antes. Allí está Rick Grimes con su apariencia de sheriff, su esposa Lori embarazada y aterradoramente delgada, el novio de Maggie, el chico Glenn, y el galán Shane, la muy joven Beth de quince años apenas, la atractiva Andrea y su hermana Amy y... La única persona que no se voltea tiene que ser Daryl Dixon.

—Estaba a punto de llamarte, temí que te hubieras perdido —sonríe ella y su pie rebota al sonido de una guitarra y la voz de un hombre que canta en las bocinas.

Mientras Maggie presenta formalmente a Rovia con sus amigos y el castaño estrecha manos sonriendo a todos y contestando preguntas sencillas sobre su camino, la mudanza, y qué tal le ha parecido Atlanta, Daryl Dixon sigue completamente atento al televisor que transmite un partido de fútbol americano.

En algún punto de las presentaciones, Rick golpea el hombro de Daryl para llamar su atención; el pelinegro deja su cerveza de lado y se vuelve hacia los que están en la mesa, dirigiendo de inmediato su mirada a Jesús; Maggie señala a Rovia con un gran ademán y hace una señal con las manos escribiendo una P muda que parece sacudir con la mano; Él es Rovia, dice su seña. Dixon asiente torciendo la boca y se apresura a estirar una mano para estrechar la de Paul, su mano es enorme y rasposa, y el calor se trasmina por cada poro de la piel.

DESUS. Daryl y JesúsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora