MOON HAVEN

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UNO

Era amable.

Era tranquilo, era letal, y era el líder de Hilltop. Toda la gente confiaba en él.

Toda la gente lo buscaba para cualquier cosa que sintiera que podían necesitarle, la mayor parte del tiempo se lo encontraba recostado en un sillón en la parte alta de la mansión en donde había improvisado un estudio de fácil acceso, allí leía, escribía, administraba, resolvía dudas, hacía juntas, oía música, dormitaba... y cuando no estaba allí, nadie sabía en dónde estaba.

Pese a todo, no temía amigos. No tenía pareja.

De hecho, era obvio que evitaba, con sutileza, acercarse a la gente y que la gente se le acercara. Habían ganado la guerra contra Negan y el tipo estaba encerrado con cadena perpetua y trabajos forzados en los calabozos de El Reino.

Los tiempos habían mejorado bastante desde entonces. Las comunidades se habían recuperado, crecían, los niños nacían, y todo era bueno, pero, de cuando en cuando, Paul parecía demasiado cansado o demasiado tenso o demasiado molesto para disfrutarlo, cada tanto, simplemente dejaba sus deberes en manos de Tara y él desaparecía de Hilltop por una semana completa. Luego sólo volvía, como si nada, con algunos raspones o cortadas extra, y retomaba sus deberes como líder.

Jesús era uno delos dos más grandes misterios que quedaban en este nuevo mundo, quizá.

El otro apareció montado en un caballo una tarde a finales de enero, oscurecía temprano y la noche anterior había caído una buena nevada, los caminos y el valle completo estaban cubiertos de nieve, de lo contrario habría llegado en su motocicleta. Llevó al caballo hasta las cuadras donde lo entregó a una de las chicas de la caballeriza, y bajando de un salto se dirigió enseguida a buscar a Glenn.

—Daryl —saludó el coreano con una blanca sonrisa.

Estaba de pie en el salón principal de la mansión, cerca de la chimenea, junto a otros tres residentes de Hilltop mientras el bebé Hershel dormía en los brazos de su nodriza que se mecía en la mecedora.

—Ey —saludó el moreno, besándolo en la cabeza—. ¿Cómo está mi ahijado? —Maggie había muerto sólo seis meses atrás, durante el parto, algo que todavía sucedía demasiado, desafortunadamente. Antes de tener al bebé, Glenn y Maggi habían decidido que se llamaría Hershel o Beth, y que Daryl y Jesús serían sus padrinos.

Glenn sonrió.

—Grande, gordo, flojo —se rió un poco, el niño era una copia en miniatura de él, no quedaba mucho o nada de Maggie en su pequeña forma, pero Glenn estaba convencido de que eso sólo significaba que sacaría el carácter de su madre; el moreno estaba de acuerdo con eso—, duerme todo el día, come todo el día... yo diría que está bien —sonrió enorme.

—¿Y tú?

La sonrisa se le borró del rostro y se encogió de hombros.

—Lo intento, ¿sabes? Sé que voy a hacerlo, sólo... me tomo mi tiempo.

—De acuerdo —aceptó Daryl.

Ambos hombres se quedaron viendo un momento al bebé.

—¿Y el jefe? —preguntó de nuevo Daryl.

—Arriba, donde siempre —se rió de nuevo Glenn, porque el jefe odiaba que lo llamaran así, razón por la que Daryl seguía usando ese apodo en él—. ¿Irás a avisarle que ya llegaste?

—Seguro que ya lo sabe —masculló, pero asintió—. Iré de todos modos.

Glenn asintió.

Daryl se dio la media vuelta y fue hacia las escaleras.

DESUS. Daryl y JesúsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora