SONS OF SUNS (2)

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COMO EN CASA

—Iré al pueblo —me dijo Daryl.

Lo miré.

Eran mediados de septiembre. Era temprano por la mañana, y había llovido toda la noche. El bosque entero olía a humedad. No me dijo para qué ocuánto tiempo tardaría, sólo asentí y él asintió, marchándose enseguida, pero esta vez dejando su ballesta en casa y avisándome que había una pistola debajo del tablón suelto junto a la ventana, por si lo necesitaba; ni siquiera me dio tiempo de decirle que nosabía usar armas.

De entre un matorral grande y espeso, quitó hierba amarrada con ramas revelando una motocicleta, misma que secó rápidamente con un paño, montó y se alejó sobre el camino de tierra. Jack llegó a mi lado y me preguntó a dónde había ido, por lo que le dije que fue al pueblo y el niño me dijo que él también quería ir, estaba aburrido de pasarla encerrado en la cabaña.

Si iba y lo reconocían, lo devolverían con Pet, le expliqué. Si iba y lo encontraban con Daryl, probablemente creerían que el hombre lo había secuestrado y lo meterían a la cárcel por su culpa. Y no lo dije, pero quizá en la investigación para comprobar su inocencia encontraran lo que fuera que ocultase Merle y sería peor.

Por supuesto que estaba aburrido, pensé, pero ni siquiera había pasado un mes desde nuestro escape, la policía seguiría buscándonos por todas partes.

El moreno volvió por la tarde, poco antes del anochecer.

Oímos rugir la motocicleta y Jack salió a la puerta emocionado sacudiendo una mano para saludarlo, mientras Jolly y yo lo recibimos desde la ventana. Como de costumbre, el hombre pareció desconcertado de descubrir que había gente esperándolo allí, pero luego de dudar un instante, asintió y subió una mano devolviéndonos el saludo.

Cuando entró a la casa, dejó sobre la mesa de centro seis pequeñas bolsas de supermercado.

—La alacena se estaba vaciando y necesitan comer más que conejo —nos dijo, aunque me miró a mí. Sacó de las bolsas café, una mantequilla de maní, pan de caja, manzanas, barras de cereal, chocolate en polvo, zanahorias, leche, huevo, galletas, fresas, dulces en general (que sacó chillidos de alegría de los niños), sal, azúcar, pasta de dientes y cepillos, yogur, tostadas, y algunos cuantos diferentes quesos—. Lo compré, ustedes lo guardan —masculló y salió a la puerta para fumar.

Los niños cenaron galletas con leche como si fuera lo mejor del mundo, y el hombre cenó con nosotros. Mandé pronto a los niños a dormir luego de agradecer la comida, y volví a la sala más tarde donde encontré al moreno de pie en la ventana fumando una vez más. Le hice una señal para que me regalara una calada de su cigarro. Me miró con una ceja levantada y me ofreció un cigarrillo completo, pero me negué, fumaba, pero un cigarro era demasiado para mí, el chico que no llegó a ser mi novi ome regaló un par de caladas de vez en vez.

No platicamos, sólo estuvimos ahí mientras él fumaba y yo daba algunas caladas a su cigarro. Tenía un sabor fuerte a tabaco, no como los mentolados del colegio, pero, principalmente, intenté que mi cabeza no se atascara pensando en el hecho de que ambos estábamos compartiendo un cigarro, un beso indirecto con sabor a nicotina, habría bromeado Max.

Cuando se acabó, apagó lo último contra el alfeizar de la ventana y fue a tumbarse en su cama improvisada en la sala, y yo me despedí de él deseándole que descansara con un rápido abrazo que lo dejó congelado un momento en su sofá, pero luego asintió y se tumbó al calor de la chimenea.

Conforme el clima fue entibiando, el agua del arroyo se enfrió y pronto fue demasiado frío como para esperar que los niños se bañaran allí. Se lo comenté al pelinegro a la mañana siguiente mientras echaba un vistazo a la pasta de dientes, y él sólo asintió en comprensión. Así que esa noche encendió una hoguera en el patio y calentó agua acercando el tambo metálico al fuego. Daryl me dijo que usáramos esa agua, el baño tenía un espacio pequeño junto a la letrina donde corría en una orilla un canalete para sacar el agua y larecuperarían en otros viejos botes para usarla en la letrina después.

DESUS. Daryl y JesúsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora