HISTORIA EN UNA GRANJA

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BRISA

Merle siempre se burlaba de la gente de granja; a las afueras de la aldea de Helen, una veintena de granjas se apilaban a cierta distancia y lo único bueno que Merle parecía encontrarle era la diversión que encontraba de hablar sobre un día ir y coger con todas las hijas de los granjeros. Merle decía muchas cosas sobre ellos, chicas demasiado religiosas que querían ser llevadas al campo para que se las cogieran, hombres que nunca estaban en sus casas por trabajar en los campos y que en cambio tenían sexo con las vacas y los borregos y los caballos. Ancianos demasiado católicos y ancianas demasiado estreñidas.

Luego, un día, a Merle se le ocurrió que lo atrapara la policía en una pelea de cantina y lo encontraron con droga encima y un arma para la que no tenía permiso. Merle alegó que era cazador y eso le daba derecho a armas, y peleó e insultó y maldijo, pero al final el juez lo mandó encerrar cinco años tras las rejas, así, a la corta edad de diecisiete años, Daryl Dixon tuvo que tragarse su orgullo y buscó en las granjas que alguien le diera trabajo, dado que en el pueblo el apellido Dixon bastaba para que nadie le diera nada; la fama se extendía hasta las granjas, por supuesto, por lo que tubo que intentarlo en cinco donde prácticamente fue rechazado por mujeres viejas que estaban seguras de que Daryl sólo pretendía estar allí para robarles o acostarse con sus niñas.

Granja tras granja, apretó los puños, bajó la cabeza, y fue a la siguiente.

La sexta graja fue la de la familia Greene, una familia grande con muchas tierras y apenas menos animales, con sangre escocesa en algún punto.

—Trabajo —dijo Daryl cuando una pareja de ancianos lo vieron parado en la verja y le preguntaron en qué podían ayudarlo, la mujer de larga cabellera castaña rojiza lo miró un momento y al comprender quién era y lo que quería, en lugar de enojarse, su mirada se ablandó y le dijo que entrara.

Así fue como Daryl empezó a trabajar para la familia Greene.

Contra todo lo que se pudo imaginar, resultó que Daryl era bueno para aquello; el viejo Otis comenzó pronto a bromear diciendo que Daryl había nacido para granjero, y cuando supo que el chiquillo sabía cazar, lo llevó consigo a atrapar conejos y venados, una vez al mes, por lo menos. A Daryl no le molestó tener que trabajar desde antes de que saliera el sol, y terminar agotado por las noches fue casi un alivio para su alma atormentada, caer en la cama y no soñar nada. Trabajaba la tierra sin quejarse, alimentaba a los caballos y los herraba, lavaba a los cerdos y aprendió de Shawn cómo reparar los tractores.

Los Greene fueron una de esas familias de buenos católicos que se sentían en la obligación de ayudar al prójimo, el modelo de familia de la que Merle se habría quejado todo el tiempo, pero ya dentro de ello, a Daryl no le parecieron ni la mitad de insoportables de lo que juraba su hermano, y, de hecho, incluso le pareció buena gente.

Susie y Maggie eran un par de primas de trece años que siempre estaban jugando entre ellas, con los caballos, y cuando no iban a la escuela, les encantaba ayudar a ordeñar a las vacas, y entre ambas le enseñaron a Daryl el modo correcto de hacerlo.

—Tienes buenas manos con las chicas —bromeó Otis cuando el pelinegro les llevó una tarde tres cubetas con leche recién ordeñadas—. Nunca nos habían dado tanta leche las chicas, seguro que les gustas —rió de buena gana—; entra, le diré a Rachel que te aparte un poco.

El joven Dixon no era bueno hablando, sintiéndose demasiado fuera de contexto en esa familia donde todos eran demasiado amables como nunca lo fue su propia familia con él, se sentía torpe y brusco, como si su simple presencia pudiera romper los floreros o arruinar la madera de los pisos bajo su peso; Annette, la hermana del dueño de la granja (Hershel), salió once minutos después desde la cocina y le dio un bote con leche bronca y un trozo de queso recién hecho; la paga de Daryl era más bien poca contra todo lo que trabajaba y lo mucho que se cansaba, pero le daban comida, y Josephine le acopló el viejo granero para que le sirviera de casa, de manera que Daryl podía quedarse en la granja para trabajar desde el amanecer sin tener que desplazarse. Shawn, hijo de Annette, tenía quince años, sólo dos menos que Daryl, era más bien pequeño y delgado, pero pareció animado de tener a Daryl para poderlo ayudar con los campos.

DESUS. Daryl y JesúsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora