HISTORIA EN UNA GRANJA (4)

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TEENAGE REVELRY

—Todo está en el maletero —dijo Beth golpeando animosamente el toldo del coche.

Susie, Arnold y Beth serían los encargados de acompañar a Paul hasta su nueva casa en la universidad. Como el moreno había dicho, la familia se emocionó de saber que Paul sería universitario, aunque a nadie le sorprendió cuando les dijo y tampoco pareció asombrarlos el que quisiera estudiar literatura, siendo que Dixon había hablado antes con Hershel sólo para asegurarse de que el viejo granjero estuviera dispuesto y de acuerdo. Nadie quiso verlo como una despedida, pero de alguna manera se prepararon para que lo fuera.

Aunque el muchacho prometió visitarlos en vacaciones, todos supieron que ese no sería el punto, estaba estudiando literatura, y las letras era algo que no servía a la familia Greene, por lo que resultaba obvio que el chico estaría estudiando una carrera para ir por su cuenta luego.

El castaño miró a la familia platicar y discutir el camino por carretera con algunas indicaciones, todos estaban allí listos para despedirse, sin embargo, notó la ausencia del más importante; se acercó a Arnold subiendo su último equipaje y le preguntó por su campesino sureño favorito. Arnold apretó los labios y le dijo que estaría en su casa, odiaba las despedidas, lo mismo que Paul, pero el muchacho simplemente no podía irse sin ver por última vez a Daryl.

—Iré a despedirme yo entonces —dijo echando a correr por entre los matorrales.

Encontró al moreno trabajando en su vejestorio metálico, colocándole la horrenda pasta que necesitaba llevar el coche para luego poder pintarlo. Llevaba una camisa de manga larga y demasiado delgada en un color amarillo sucio, y pantalones vaqueros suficientemente ajustados.

Daryl levantó la vista de la portezuela lateral cuando lo vio llegar.

—Mi primera parada será en Longville —dijo el muchacho.

—Lo sé—, silencio—. Cuídate, nos vemos en invierno. —Se inclinó y continuó con su trabajo. Pero Paul no se movió.

El pelinegro se lamentó mentalmente.

¿De verdad se le había ocurrido alguna vez que ellos dos...?

—Voy a extrañarte —dijo el joven. No quería irse, pero tenía que hacerlo, eso de estar enamorado del mismo hombre desde los trece años sabiendo que jamás pasaría nada entre ellos, apestaba, estudiar la universidad sería un buen momento para terminar con ese enamoramiento suyo; pasaría tanto tiempo lejos, conocería gente nueva, estudiaría algo que lo apasionaba...

Daryl no respondió a eso.

—¿Me das un beso? —soltó el más joven, a bocajarro—. Quiero decir... un beso real...

El moreno lo miró parpadeando. Un momento sin comprender: ¿un beso real?

Luego entendió.

—¿Quieres mi boca en tu boca?

—Básicamente, sí. Es... la última vez. Estaría bien quedarme con un recuerdo que me dure hasta que te pueda volver a ver en invierno... Ya sé que suena extraño, no es el tipo de cosas que debería estarte pidiendo, pero...

—Bien —lo interrumpió; lo tomaría si todo lo que Paul le daba era una despedida, también quería quedarse con un buen recuerdo del joven, porque aunque volviera en invierno, y luego en verano, llegaría un día en que no regresaría. Avanzó un paso y empujó un beso que fue un choque de labios.

El castaño soltó un ruido ahogado y tomó la cara del moreno con sus manos. Las manos del campesino sujetaron al muchacho por los costados. Hubo un breve instante en que el pelinegro movió la boca mordisqueando suavemente los labios ajenos, y un instante después se había retirado regresando a su posición inicial.

DESUS. Daryl y JesúsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora