HOMIEST (4)

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Capítulo 8

Rick no pudo decir que no.

Se trataba de Daryl y Carl, no había manera posible que se negara a aceptarlos en Alejandría. Este era su hogar y esta era su familia, si necesitaba un techo y protección, este tenía que ser el lugar indicado para los dos. También se trataba de Rovia, uno de los miembros más importantes de las tres comunidades.

—Es apenas más que una niña —razonó Rovia—, podría haber sido Judith o Carl si no los hubiera tenido a ustedes para cuidarlos.

Rick suspiró pesado y asintió. Regresarla tampoco parecía lo mejor, aunque probablemente sí lo más razonable. De todos modos decidió que lo pensaría un poco, lo expondrían en una junta la próxima sesión de reunión en la Iglesia, hasta entonces, Lydia era una invitada más y todos ellos tendrían la protección de la comunidad. Es así como los dos hombres se mudan a Alejandría, el sheriff incluso les consigue una casa pequeña y deshabitada a poco más de tres casas de donde vive Rosita, para que el pequeño Cheyenne tenga cerca a su papá.

Rosita sonrió enorme al saber que se mudaban, aunque al ver a Lydia entre ellos frunció el ceño con desaprobación, sin embargo, ella tampoco quiso discutir.

—Ahora tenemos un bebé, no podemos estarnos metiendo en más peleas —dice ella con un resoplido entregando al pequeño en los brazos paternos mientras los dos hombres están de visita en la sala—, si hay que elegir entre Lydia y Cheyenne tengo que saber que elegirás a tu hijo, Dixon. —Daryl, sentado en un sillón, tuerce la boca sin comprometerse a responder. Cree que sí, su bebé también es su prioridad... pero, ¿quién puede saber cómo reaccionará uno si la ocasión lo amerita?

No es sino hasta que los dos hombres se dejan caer en su diminuta sala apenas amueblada, de vuelta en la tranquilidad de su nuevo hogar, cuando caen en cuenta que, formalmente se han mudado a vivir juntos.

Resulta increíble lo fácil que se adaptan a compartir un mismo techo y una sola cama.

Tan fácil como se acoplan a la rutina de vida de Alejandría, con las invitaciones a desayunar en casa de Rick y las cenas los jueves encasa de Aarón y Eric. Con Daryl encargándose de la guardia como mano derecha del líder alejandrino y con Paul ayudando a la organización del molino que está en construcción.

Y cada miércoles por la tarde, durante la hora de comida y de descanso, Rosita aparece donde Jesús con Cheyenne en brazos y se lo entrega. El pequeño se hace enorme rápidamente, sus enormes ojos oscuros miran con fascinación el mundo del rededor y parece que Daryl lo divierte, porque se ríe siempre que lo ve.

Una tarde, sin embargo, mientras Alejandría pone las decoraciones de Halloween, con Rick en una junta con Michonne y Eugene sobre todo esto que está sucediendo, con Carl mostrándole a Lydia este nuevo mundo que le están presentando, el pelinegro ve venir a Rovia y no puede evitar sonreír.

El hombre viene empujando una carriola, su enorme sonrisa rivaliza con la del bebé.

Le queda bien eso de ser papá, piensa Daryl dejando de cortar madera.

—Rosita nos lo dejará algunos días... Acompañará a Rick con Maggie, tratará de negociar con Alfa para evitar confrontaciones. Mientras tanto, tenemos invitado VIP en la casa —dice Jesús y acaricia la cabeza de Cheyenne.

El pequeño visitante es rey en la casa por cuatro días; con casi cinco meses se ríe a carcajadas cuando algo le da risa o Daryl le hace cosquillas; una mañana Rovia encuentra a Daryl con el bebé en la cama, acaba de cambiarle el pañal y está soplando en la redonda panza de su hijo, que se ríe sin piedad de eso, y el castaño, recargado en la puerta, sólo los mira y se sonríe.

DESUS. Daryl y JesúsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora