SUNDOWN (2)

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ATARDECER

Yo no era quién para invitarlo a la mesa de los Green, sin embargo, le dije a la familia que lo había invitado con la esperanza de que apareciera y pasara un poco de rato con todos ellos.

Curiosamente, aunque no a la hora de la cena, sino cuando terminaron sus labores en la granja, Daryl apareció en la casa familiar hacia las cinco y media con el pretexto de llevar un saco de harina nuevo para Patty desde el almacén, contando el tiempo calculaba que se le habría acabado o se le acabaría en cualquier momento, la mujer le agradeció sinceramente la consideración y lo invitó a pasar del modo correcto. La comida estaría lista en poco más de media hora, quizá.

—Nah —su respuesta.

Aunque entró de todos modos pidiendo disculpas por molestar y en la sala encaró al viejo Hershel que, a mi lado, trabajaba conmigo en un viejo álbum de fotografías que tratábamos de ordenar, Daryl ni siquiera me miró, como no se suponía que prestara especial atención a nadie, en cambio contempló al anciano y le preguntó vagamente cómo se sentía y cómo iba con eso de la sobriedad, a lo que Hershel le dijo que se sentía mejor, acostumbrándose a no tener una pierna y a sentir el fantasma de la sed por el alcohol. Por suerte no había licor en la granja y no iba él a cojear de nuevo hasta la cantina del pueblo; y esa pretendió ser una broma que, sin embargo,el aludido sólo asintió en aprobación y masculló que no tener un pie era lo mejor que le podía haber sucedido, entonces, luego dijo algo de haber tenido que romperle las dos piernas a su papá, a lo mejor así todo habría sido mejor, su comentario, brusco pero sincero, divirtió a Shanon que fingía mirar la televisión. El pelinegro se rascó la mugre de la nuca, se encogió de hombros decidiendo que no tenía nada más que decir y anunció su retirada.

Se marchó sin agregar nada y yo traté de ir tras de él, excusándome un momento, sin embargo, para cuando llegué a la puerta de la casa,el hombre ya estaba encendiendo su motocicleta, me lanzó una mirada con un gesto de despedida y se alejó por el camino del maizal, y yo me quedé allí de pie mirándolo alejarse.

Stan, que venía regresando, me preguntó si algo iba mal con el pelinegro y yo dije que no.

—Simplemente que le hice una propuesta... hace rato... pero dado que ya se fue, supongo que la rechazó —murmuré.

—¿Lo de la cena? Sí, bueno, él no es muy social, prefiere su intimidad—, Maggie le había propuesto vivir con ellos en la granja, había habitaciones de sobra, o usar la antigua cochera que estaba a menos de cinco metros de la casa desde las bodegas, sin embargo prefirió la casa de aves que estaba sola y olvidada y oculta entre los maizales—. A lo mejor incluso aprovecha para traer chicas —bromeó.

—A lo mejor —suspiré.

No volví a tener la oportunidad de acercarme al hombre sino hasta cuatro días después.

En el crepúsculo de aquel día, luego de pasarme todo el día escribiendo cartas con Hershel destinadas a sí mismo para recordarse por qué debía mantenerse sobrio, para cuando le entrara demasiado la necesidad, dejé al hombre en el salón con Grace y Glenn y Nora hablando sobre las cosechas que estarían sucediendo a finales de ese mes y lo mucho que estaban sirviendo las tierras ese año y bromeando sobre dar un ascenso a Dixon por su buen trabajo, o pagarle con un par de vacas o dejar que se casara con Beth.

Salí de la casa dando algo de espacio para el momento familiar y me asomé a los campos. Con septiembre empezando los jornaleros estaban haciendo enormes pacas de paja, heno y soja que luego amontonaban por aquí y por allá.

Sobre del camino de hierba pisada distinguí a un grupo de jornaleros que se habían sentado en las pacas y estaban riendo y charlando y cantando alguna canción sureña al rito de una guitarra; cerca de ellos, aunque no con ellos, mirándolos como el niño que en el receso escolar no sabe ir a pedir que lo dejen jugar, el moreno yacía de pie recargado en el rastrillo y bebiendo de una botella plástica con agua del pozo. Sin pensármelo demasiado, bajé las escalerillas y atravesé el camino de hierba pisada, pasando de largo a los hombros y directo a donde estaba Daryl: el hombre me miró con su ensayada indiferencia y me preguntó a bocajarro qué quería.

DESUS. Daryl y JesúsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora