LUNA Y PLATA (2)

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Capítulo 4:

—Mi madre va a resolverlo —les dijo Spencer.

Rick había pedido que les dejaran una zona del área descampada de Alejandría para montar un huerto y un gallinero, pero Spencer se negó tajantemente. Si comenzaban a tener sus propias cosas ya no había mucho con qué negociar con Hilltop y era importante tener buenas relaciones con las otras comunidades. Como cada vez que se encontraban a la cara, Rick tuvo que controlar a su lobo para no arrancarle la cabeza, así que no discutió, por el momento decidió usar los jardines de las tres casas que les habían ofrecido para hacer un huerto improvisado, y Aarón les ofreció su cochera para que lo usaran de gallinero temporal. Así que usaron una semana completa entre destrozar los jardines para remover tierra y sembrar algunos tallos. Julio estaba comenzando y Maggie quería sembrar calabazas, así tendrían algunas para octubre y Halloween, también consiguieron algunas macetas para las plantas pequeñas que podrían guardar hasta septiembre y luego trasplantar, y el moreno y Aarón trabajaron en un corral para que los polluelos no saltaran por toda la cochera.

La tarde del día en que partió Deana con su esposo rumbo a Hilltop en uno de los carros fue especialmente nublada.

El cielo estaba cargado de nubes de lluvia y el sol ni siquiera se asomaba; Rick mantuvo ocupada a su manada con los preparativos de la huerta y haciendo los vegetales en conserva. Pero entonces sonó un ruido de cinco carros pesados y al siguiente instante todos pudieron sentir la presencia de una veintena de hombres lobo, incluso los humanos que no tenían el sexto sentido agudo, parecieron sentirlo y se asomaron asustados mirando hacia las puertas.

Cuando Rick y su manada llegaron allí, entre los curiosos, los carros habían entrado y se estaban estacionando. De una camioneta negra reluciente saltó un hombre alto al que Spencer saludó como Simon y cuando éste preguntó por la nueva manada, Spencer se apresuró a presentar a Rick y su gente. Simon lo saludó a la distancia, los alfa podían estar en paz, pero jamás se acercaban demasiado para mantener a sus lobos tranquilos. Una veintena de lobos era para andarse con cuidado; Rick no quería problemas y había sido advertido por Jesús sobre la visita de los Salvadores en nombre de Negan. Rick fue directo al grano y le dijo que sabía cómo funcionaba, pagaban renta para poder quedarse en esas tierras protegidas y le parecía justo, desde luego, y estaba dispuesto a negociar el pago. Simon se burló de su ímpetu y su alfa intentando ser el primero en lanzar la tarascada.

El lobo de Rick le enseñó los dientes y el de Simon se volvió listo para la pelea, pero ambos lobos se petrificaron cuando otra camioneta negra y blindada se abrió y bajó por ella Negan. Daryl reconoció su presencia enseguida y la presencia de Negan reconoció al arquero. Como hombre era un personaje alto e imponente con una sonrisa lobuna y ojos de mirada penetrante, vestido de cuero negro y canas a los costados de un cabello demasiado negro.

—Por supuesto que es un trato justo —dijo Negan, sonriendo—, pero no estamos negociando.

La presencia de su lobo era asfixiante. Un inmenso lobo gris de ojos negros como pozos sin brillo, el más grande que nadie hubiera visto antes, el tipo de lobos que en los cuentos se comía a Caperucita o a Pedro, del tamaño de un hombre, con la fuerza de ocho. Un Gigante Gris, supo el pelinegro, y su lobo bajó las orejas. Rick, en cambio, le sostuvo la mirada, el resto de Alejandría parecía sinceramente aterrada. Los mismos Salvadores claramente estaban sometidos a Negan. Nadie lo miraba a la cara.

—La diferencia entre tú y yo, ¿Rick, cierto?, es que tú quieres negociar y yo estoy aquí porque el negocio ya está hecho.

Rick lo miró sin comprender. Su lobo estaba en medio de decidir pelear o huir, a su lado, el lobo del moreno siguió con la mirada a Negan, gruñendo por lo bajo, más que como advertencia o amenaza, sólo por gruñir.

DESUS. Daryl y JesúsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora