SOUL MELLOW

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Capítulo 1:

Siempre existió.

Desde el momento en que nació ya existía, de algún modo tuvo la certeza, pero no lo comprendió sino hasta que cumplió siete años. El orfanato de St. Rhoads tenía una pequeña primaria en sus instalaciones donde tres amables mujeres fungían lo mismo de nanas que de maestras, y fue una de ellas, la señorita Goad, quien les contó por primera vez la historia de «almas gemelas». En los cuentos se llamaban así, pero en la vida real la gente se refería a su otra mitad como "alma suave".

En los libros siempre eran príncipes y princesas que se conocían y reconocían de inmediato y caían perdidamente enamorados, eran personajes que pasaban aventuras completas buscándose entre sí para encontrarse, seguros de que el otro existía y los buscaba igual.

En las películas y series de televisión, además, se ahondaba en el hecho de que se sentía como se sienten los pensamientos y los sentimientos, como si pudieran hablar entre ellos mentalmente, como si pudieran comprenderse con sólo mirarse. Tenían los mismos gustos, las mismas ideas, habían crecido en estilos de vidas semejantes... Eran, en pocas palabras, tal para cual.

Cuando Jesús escuchó por primera vez el cuento, supo que había alguien para él. Reconoció de pronto una especie de presencia fantasmal siempre a su lado, algo que no era del todo él. A veces, cuando se caía jugando a la pelota, se atravesaba en su cabeza un pensamiento de «no llores, arriba y juega», no su voz en su cabeza, sino una voz mayor, casi tan real como si hubiera alguien allí. A veces, cuando tenía pesadillas, tenía la certeza de que su otra mitad estaba en vela como cuidándolo; a veces, por el contrario, descubría que de la nada le brotaba un sentimiento de ira que no era suyo y entonces pensaba en su "alma gemela", cerraba los ojos y pensaba con todas sus fuerzas Está bien, estoy contigo.

Cuando cumplió los once años, el cuento dejó de ser cuento y empezó a escuchar a todas sus amigas soñando con que sus otras mitades fueran príncipes encantadores, guapos, ricos, cariñosos... Paul charlaba con ellas imaginándose a su propia «alma gemela» como alguien que se quedaría con él apenas conocerse, fuerte y leal, alguien que le quitara de encima esa sensación e niño huérfano porque, aunque no tenía nada, ni padres, por lo menos sabía que en algún lugar tenía a su alma gemela.

Cuando cumplió diecisiete, las otras mitades eran prácticamente en lo que pensaba todo el mundo, y fue más o menos la edad en que Paul se dio cuenta que era gay. Sus amigas en la secundaria, todas, hablaban de encontrar a su pareja perfecta, habían empezado a tener novios y casi todas estaban seguras de que ése era su "alma gemela": fue en esas fechas donde supo que no había demasiado encanto, no habría chispas ni flechazos ni certezas, eran todos intentando adivinar si el otro era su "alma gemela". Había técnicas místicas y mágicas para tratar de saber quién era tu otra mitad, en dónde estaba y qué hacía. Un día se juntó con las diez chicas del salón a las que les hablaba e hicieron uno de esos rituales escolares tratando de invocar a sus almas suaves, y Jesús se concentró con verdadera fuerza, rogando a los cielos que su otra mitad fuera hombre, de lo contrario su otra mitad no sería el amor de su vida y sólo su mejor amiga, que no era lo que nadie a los diecisiete años quería.

Había estado sentado con sus amigas, repitiendo palabras a la luz de seis velas y con un tonto papel llamando a su alma suave para que se manifestara en sus cabezas, y Rovia diría que fue un fracaso excepto porque, durante un momento, tuvo la certeza de que su otra mitad estaba caminando por un bosque, el lugar que imaginó era hermoso, aunque el sentimiento que lo invadió fue prisa, como siguiera o persiguiera algo, quizá incluso se estaba alejando de alguien, y cuando abrió los ojos sólo pudo pensar tres cosas, su "alma gemela" era cazador, guardabosques o leñador. Sus amigas se riéron de eso, porque ninguno de esos tres oficios tenía nada que ver con Paul, y si no tenía que ver con él, definitivamente no podía ser su alma gemela.

DESUS. Daryl y JesúsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora