SNOWFLAKE

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¿Cómo se empieza a contar una historia? Bien, sí, lo tengo.

En la montaña había estado nevando por cuatro días seguidos, aunque no hubo una sola tormenta y todo fue nieve ligera, cuatro días seguidos consiguieron mucha nieve.

Una gruesa capa de nieve que cubrió todo el espacio.

El bosque entero estaba cubierto de nieve, pero los copos de nieve se derretían contra la piel al mínimo contacto. De todos modos, no era el mejor momento del año ni el mejor clima para estar fuera, cazando.

Me sentía bastante seguro de que no conseguiría nada, o casi nada, pero tenía que intentarlo.

Había discutido con Merle, de nuevo, probablemente gastó todos nuestros ahorros para el invierno, y, ¡diablos, invierno ni siquiera había empezado!, así que peleamos, nos gritamos, cogí mis cosas y salí dispuesto a conseguir algo en el bosque, lo que fuera, incluso un resfriado pero, principalmente, quería tranquilizarme, aunque salí del departamento gritándole a mi hermano que se fuera al diablo y que yo me estaba largando, renunciaba a él y sus pendejadas, estaba solo y por su cuenta. Le grité, pero él sólo se rió sin creerme,porque no era la primera vez que se lo juraba.

Así que me largué al bosque, como siempre, lo más lejos que pude del pueblo, de Merle, y de sus amigos. Y me puse a caminar, enojado, harto, frustrado, caminé sin importarme el frío, incluso la nevada ayudaría a calmarme, pensé mientras los copos de nieve empapaban lentamente mi ropa, entonces sucedió.

Estaba caminando, y de pronto ya no.

Andando, traté de dar un siguiente paso desenterrando los pies de la nieve y, de repente, simplemente caí, mi cuerpo no respondió, mis pies se negaron a mover. Caí de bruces sobre de la nieve, aturdido, incapaz de comprender.

¿Hipotermia? No, todavía no sentía calor, de hecho, tenía suficiente frío. Aturdido, miré hacia atrás, todavía en el suelo, y me di cuenta de algo, la nieve se estaba tiñendo de rojo a mi alrededor. ¡Mierda! ¡Diablos!

¿Sangre?¿De dónde? ¿Mía? De acuerdo, tranquilo, respira.

Cerré los ojos, respirando, intentando pensar; un parpadeo pesado, luego me costó demasiado trabajo volverlos a abrir; demasiada energía para abrir los ojos. Un esfuerzo sobrehumano para mirar, una vez más, y darme cuenta que estaba oscuro, había anochecido, pero con el invierno casi encima oscurecía demasiado temprano.

Debían ser las cinco, pensé, arriba en la montaña hacía mucho frío, y estaba nevando porque estaba demasiado alto. Abajo, en los pueblos,en la ciudad, apenas estaban cayendo las primeras lluvias de aguanieve, ese pensamiento vertiginoso, me llevó a comprender una cosa más, me estaba moviendo.

Me deslizaba por entre la nieve, lentamente, ¿qué?

Cerré los ojos una vez más, sin poderlo evitar. En el silencio del bosque sólo podía oír ese sonido como de lluvia ligera que acompaña las nevadas, y una respiración agitada. ¿La mía? Mientras mi cuerpo se deslizaba. Entonces dormí, me desmayé, dormí una vez más. No soñé, o no lo recuerdo, pero desperté de golpe. Todo mi cuerpo,con la energía que había acumulado para darme un golpe de adrenalina y hacerme mover para ponerme a salvo, me levanté dispuesto a sobrevivir; pero entonces, no pude.

Mis manos estaban amarradas a una cama, lo mismo que mis pies; el súbito golpe de miedo activó todos mis sentidos.

Estaba en una cama, amarrado, en una choza de la montaña, de esas que pueden usar los alpinistas perdidos o los cazadores en los tiempos de caza, no en invierno, en pleno diciembre nadie sube a una montaña, la cama arrojada en un rincón, tres sillones frente a una pequeña ventana, una diminuta chimenea que era apenas menos que un escalón de piedra con un escape de cilindro de latón subiendo hasta el techo.

DESUS. Daryl y JesúsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora