Ω α (2)

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Daryl apareció en la puerta de Hilltop después de la primera nevada de invierno.

—Ey —saludó Wes intentando ocultar su diversión al abrirle el portón. Diciembre estaba terminando y hacía un frío de cojones—. Paul no está.

Aunque Daryl había hecho visitas regulares a Hilltop desde la caída de Negan, desde que estaba en esto con Jesús, la gente parecía creer que sólo venía por él, con él, para sus calores, a unos pocos les daba gracia, como a Wes en esos momentos pensando que el pelinegro había venido incluso a pesar de que la tormenta invernal había terminado apenas un día atrás. A la mayoría les resultaba indiferente, habían dejado finalmente en paz a Jesús con sus calores de cada mes. Pero otros pocos, sin embargo, estaban más que molestos con Daryl.

Cuando Jesús se había despertado horas después de "aquello", estaba solo en la cama. Arrebujado en un nido de mantas y con el calefactor recién reparado para mantener su casa caliente pese a que ese día era mediados de mayo y afuera debían estar a más de treinta y dos grados. El moreno había pensado que Jesús querría dormir largo rato, despertarse, aclarar la mente, ducharse para quitarse de encima algo del aroma de Daryl, y tal vez enojarse un poco consigo mismo por dejarse arrastrar por sus instintos antes de culpar al pelinegro...

...Pero no, apareció de pronto en las hogueras que brillaban con fuerza conforme la noche avanzaba, no estaba bañado, sólo se había vestido con algo suelto y casual, sus cabellos se habían sujetado en una media cola y se acercó alegremente a la mesa donde había comida y bebida. El moreno estaba ayudando a sujetar las hogueras para que los vientos no arrastraran demasiado lejos el fuego. Notó que todos estaban volviendo las cabezas hacia un sitio y murmurando entre sí, y al mirar él descubrió al castaño allí, viniendo tranquilamente hacia él con una sonrisa y comiendo un panecillo de manteca, su aroma del calor seguía fuerte, pero ahora estaba mezclado con el de Daryl, obviando lo que había pasado.

De eso hacía siete meses; y desde entonces el cazador regresó mes a mes, excepto en agosto, tiempo en que se quedó nuevamente por un mes entero en Hilltop encerrado allí a causa de las lluvias.

—¡Dixon! —le gritó una voz detrás y: —¡Tú otra vez aquí! —Daryl detuvo sus pasos y volvió la mirada. Aunque el castaño no estuviera, el moreno tenía las llaves de la casa y el permiso de Jesús para entrar y acomodarse allí: estaba dirigiéndose allá cuando Axel, el aprendiz del herrero, salió de su forja y caminó directamente hacia él, molesto, era un tipo más bien pequeño y musculoso, rubio de mandíbula fuerte y grandes ojos oscuros.

El moreno pudo oler la pelea antes siquiera de que el hombre llegara con él, de entre todos los alfa, Axel se consideraba el que tenía más derecho para estar en los calores de Paul, porque había derrotado en las peleas a todos los demás. El haber vencido a todos y no poder intentar reclamar su premio lo tenía más que molesto, frustrado e iracundo. Axel llegó hasta con el pelinegro y lo empujó.

—Un omega no puede elegir a su alfa —bramó Axel, Maggie lo había dicho en una junta a manera de broma, casual y sutil, cierta noche cuando soltó que debían hacer un brindis porque Jesús finalmente había elegido un alfa.

—No me lo digas a mí, dícelo a él —enarcó una ceja—. No estoy peleando contigo.

—Yo contigo sí, soy mejor que tú y me lo merezco más.

Axel le saltó encima para golpearlo.

El moreno esquivó el primer golpe y dejó caer su mochila y su ballesta antes de devolver el golpe. Se hicieron de puños. El castaño había admitido que era algo que podía pasar conforme más tiempo pasaban juntos en los calores, porque ciertos alfa se desesperaban de no poder intentar siquiera competir por Rovia, y Dixon se había hecho a la idea de que tendría que liarse a golpes de cuando en cuando. Daryl arremetió contra Axel y los dos cayeron sobre la nieve acumulada mientras continuaban lanzando golpes a diestra y siniestra, luego Axel cogió al moreno por la cintura y lo arrojó un par de metros más allá antes de arrojársele encima; Daryl no podía decir quién iba ganando o anticipar quién iba a perder, le habría gustado poderle explicar a Axel que daba exactamente igual, porque él estaba con Jesús en mutuo acuerdo, porque por alguna razón desconocida Paul seguía aceptándolo en cada calor y no se había negado jamás.

DESUS. Daryl y JesúsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora