El caldero chorreante

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Capítulo 4

Narrador omnisciente:

Los mellizos Potter habían estado viviendo en el caldero chorreante desde hacía dos semana. Ya conocían el lugar y las comidas que ofrecía.

Se habían mandado cartas con los Weasley y Hermione, avisándoles que se encontraban en el caldero chorreante y contándoles que había sucedido sin gran detalle. Habían quedado en verse ahí mismo una semana antes de ir a Hogwarts. La azabache también le había escrito a su amigo Lee Jordan, sin embargo a él no le habían dado permiso de ir al caldero chorreante así que se verían en el colegio.

Aunque todo parecía sencillo, ellos tardaron ese tiempo en acostumbrarse a la nueva libertad que tenían. Nunca se habían podido levantar a la hora que quisieran, ni comer lo que les gustaba. Podían ir a donde quisieran, siempre y cuando estuviera en el callejón Diagon , y como la calle larga y empedrada rebosaba de muchas tiendas de la brujería más fascinante del mundo, los mellizos no sentían ningún deseo de incumplir la palabra que le habían dado a Fudge ni de extraviarse por el mundo muggle.

Desayunaban por las mañanas en el Caldero Chorreante, donde disfrutaban viendo a los demás huéspedes. Después del desayuno se iban directamente al Callejón Diagon y durante el día esploraban las diversas tiendas. Además, ya no debían hacer sus deberes bajo una manta, ahora podían hacerlos a plena luz del día en la terraza de la Heladería Florean Fortescue, donde el dueño les regalaba cada media hora un helado de crema y caramelo.

Les fue muy difícil no gastar todos los galeones, sickles y knuts enseguida. Tenían que recordarse mutuamente que aún les quedaban cinco años en Hogwarts y que no podían pedirle dinero prestado a los Dursley para sus libros de hechizos. Lo que más a prueba puso su decisión, no fue el juego de gobstones, ni la bola de cristal con una galaxia miniatura dentro, sino...

─El nuevo prototipo se llama Saeta de Fuego ─decía el vendedor de la tienda Artículos de Calidad para el Juego del Quidditch─ Es la escoba más rápida del mundo. ¡La selección de Irlanda acaba de hacer un pedido de siete de estas maravillas! ¡Es la escoba favorita de los Mundiales!

No preguntaron el precio, ni siquiera se podían imaginar cuanto costaría cada una. Decidieron que era mejor seguir conservando su fortuna, aunque eso no les impidió volver casi todos los días a contemplar la Saeta de Fuego.

Tenían cosas más importantes que comprar, así que un lindo día soleado fueron en busca de lo que necesitaban para entrar a su próximo año en Hogwarts. Las primeras cosas que compraron fueron ingredientes para pociones, después decidieron ir a la tienda de Túnicas para Cualquier Ocasión de Madame Malkin por dos nuevas túnicas, una para cada uno. Lo más importante de todo: los libros para sus nuevas asignaturas: Cuidado de las Criaturas Mágicas y Adivinación y Estudios Muggles para ________.

─No sé porque decidiste entrar a esa clase, vivimos con muggles y nos criamos en su mundo.

─Harry, me encantaría ver la perspectiva de los magos acerca del mundo muggle, por eso me metí a esa clase. Además pasaré más tiempo con Hermione.

Siguieron comprando sus libros, el señor que vendía los libros de Cuidado de las Criaturas Mágicas de alegró al saber que ya tenían el libro.

Al pasar los días, los mellizos comenzaban a desesperarse. Los Weasley aún no llegaban de Egipto y la última vez que se escribieron fue para confirmar que irían al Caldero Chorreante al igual que con Hermione. Para su suerte, Lee Jordan fue a comprar las cosas que necesitaba y pasaron una tarde genial.

La Chica Potter ~George WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora