Gringotts

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Capítulo 4

Le encantaba estar en ese lugar, pero el tiempo de dejarlo había llegado. No podría quedarse allí escondida por siempre, y aunque lo sabía, tenía esperanzas de quedarse un poco más en aquel lugar donde se sentía segura.

¿Entonces Griphook nos ayudará a entrar? ─preguntó.

─Así es, solo que hay un problema...

─¿Cuál?

─Quiere la espada.

─Harry, no podemos darle la espada, ¿con qué destriremos al horrocrux si se la damos?

─No tengo idea, pero lo principal es que consigamos el horrocrux, ya veremos como destruirlo después.

─Bien.

Todo estaba planeado. Ya habían hablado con Ollivander antes de que se fuera a casa de tía Muriel para ser mejor cuidado, él les había explicado todo sobre las varitas que Harry le había arrebatado a Malfoy en la mansión. Milagrosamente, ella aún conservaba su varita. Su bella y poderosa varita. Lo único que Ollivander había advertido era sobre que tuvieran cuidado con la varita de Bellatrix, pero eso ya lo sabían.

Acarició al dragonsito una última vez y salió de la habitación mientras una lágrima se resbalaba por su mejilla. Le dolía dejarlo, pero era lo mejor.

Lo único que no le gustaba del plan era la forma en la que se iban: en plena madrugada, sin decir nada, solo dejando una nota:

Lamentamos no poder despedirnos pero sabíamos que esto llegaría y que ustedes no nos hubieran dejado ir. De todas maneras, les agredecemos por todo y esperamos que pronto no tengan que esconderse.

-Los mellizos Potter.

Pd: cuiden a Blake por mi, se que estará más seguro con ustedes que conmigo.

Dejó la nota en la mesa y salió de la casa, recibiendo la brisa del mar por última vez. Extrañaría eso. Se dirigió hacia Harry, Griphook, Ron y Hermione, quién ahora se veía como Bellatrix, y miró la tumba de Dobby una última vez antes de desaparecer.

─¿Todos están listos? ─preguntó el duende─. Recuerden actuar como Bellatrix y Krystell.

─Claro.

¿Por qué había escogido convertirse en Krystell Mureau? Porque todos pensaban que ella le era fiel a Voldemort, no sabían la verdad y eso les daba más ventaja.

Griphook se subió a la espalda de Harry y les pusieron la capa de invisibilidad. Luego, caminaron hasta el banco, intentando actuar como las personas que se veían físicamente. Por supuesto, todos los miraron hasta que entraron al banco, dónde recibieron más miradas.

Se acercaron lentamente a un duende que estaba al final del pasillo y ella miró todo el lugar con desinterés.

─Mhm, me gustaría entrar a mi bóveda ─dijo Bellatrix.

Pero fue completamente ignorada.

─Dije que me gustaría entrar a mi bóveda.

─¡Madame Lestrange, que sorpresa!

─No pienso repetir lo que dije ─murmuró Bellatrix, muy molesta.

Hermione se estaba metiendo bien en su papel.

─Oh, claro, lo siento. Verá, no puede entrar como si nada a su bóveda.

─¿Por qué no? Es mía.

La Chica Potter ~George WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora