Sakura Haruno.

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Sakura suspiró al mirarse delante del espejo; en su mano derecha, portaba el listón que Ino le regaló hace tiempo para alzar el flequillo que antes le cubría los ojos, ahora lo llevaba más corto y peinado de tal forma que este no le estorbaba, dándole mayor libertad de movimiento al momento de hacer las técnicas ninjas. De verdad que parecía un chico.

Sakura frunció la boca, recordando la orden de su clan.

Aunque lamentablemente no podía lucir del todo masculina pese al jutsu especial que tenía. Sus rasgos eran bastante finos, lo suficientes para que los chicos de la academia se metieran con ella por no parecer lo suficientemente "hombre". Una parte de Sakura quería comprender que significaba serlo, pues a su punto de vista, ellos al meterse con las personas que consideraban más débiles tampoco lo eran.

Al menos esperaba que ese día, al ser cuando decidían los equipos, le tocara un grupo con el que se llevara bien.

—Sakura, ¿a qué hora vas a bajar? —gritó la voz de su madre, desde la cocina.

Sakura exhaló, acomodándose el flequillo antes de darse un último vistazo en el espejo. No tenía razones para estar triste, dentro de poco se convertiría en un orgullo para su clan.

Una vez que salió de su casa, caminó tranquilamente por las calles de Konoha, mirando los locales que empezaban a abrir. El viento soplaba cálidamente, refrescándole las mejillas calientes luego de haber corrido esquivando los cubiertos que su madre le lanzó al decirle que se saltaría el entrenamiento de ese día, para ir a conocer bien a su nuevo equipo. A sus padres no les gustaba que se saltara el entrenamiento, decían que cada día perdido era un día menos para ser Hokage.

Pero Sakura no quería ser Hokage. Eso era lo que siempre anhelaba decirle a sus padres, que ella no se veía en el puesto de líder.

— ¡Es Sakura! —chilló una de las niñas de menor rango. Sakura nerviosa volteó a ella, dándole una sonrisa que hizo chillar a las demás.

Una vez que las pasó, se sintió abatida, es decir, estaba halagada ya que era bastante popular entre las mujeres aunque no al grado de Sasuke Uchiha, pero nunca se sintió cómoda por eso.

—Llegaste frente de marquesina. —se burló Ino, al momento en que Sakura abrió la puerta del salón.

—No quiero escuchar eso de ti, puerca. —bufó ella, apartándole a un lado con la mano. — ¡Hazte a un lado, tonta!

—Así no debes tratar a una dama, tarado. —reprochó Ino, pegándole un pisotón haciendo que Sakura gritara. — ¡Nunca llegarás a ser tan popular como Sasuke!

— ¡Como si quisiera eso, idiota! —gritó ella, poniendo los ojos en blanco. ¿Por qué quisiera ser como ese Uchiha en primer lugar? ¡Bastaba con mirarlo para querer salir corriendo!

Aunque... una parte de Sakura quería contemplarlo todo el día como su sequito de taradas. Culpaba a las hormonas por eso.

Ino le sacó la lengua, ignorándola. Sakura notó como se incorporaba a sus amigas que siempre decían que los dos harían bonita pareja, debido a que se la pasaban peleando, no obstante, Ino se encargaba de negar eso, diciendo que nunca podría estar con una frente de marquesina como él. Sakura en cambio miraba con ciertos celos a su única amiga, queriendo incorporarse en esas charlas de chicas de las que siempre era excluida.

Sakura miró a sus lados, había quedado justo en medio de dos lugares disponibles, en uno donde se encontraba Sasuke serio como siempre, centrado en sus cosas. Sakura sonrió en su interior, lucía tan bonito sentado ahí sin prestarle atención al mundo. Luego ella negó con la cabeza, distrayéndose de esos pensamientos y notando a la otra persona, del lado contrario a Sasuke.

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