59) El regreso de Emir

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Prohibida la copia total, parcial o adaptación. (Seamos respetuosas con el trabajo ajeno)

AMOR SIN FINAL

Autora: Daiana Mibrani


En una silenciosa habitación, y después de varias horas de descanso, Feriha despertó de su siesta estirando su cuerpo de manera perezosa. Aquel día se había sentido muy cansada, por lo cual, había decidido postergar todos sus compromisos.

Al abrir los ojos, el rugido de su estómago le advirtió que aún no había almorzado, así que sin más demoras se levantó de la cama y caminó hacia la cocina

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Al abrir los ojos, el rugido de su estómago le advirtió que aún no había almorzado, así que sin más demoras se levantó de la cama y caminó hacia la cocina.

—Tú también tienes hambre, ¿verdad? —le preguntó a su bebé de manera cómplice—. ¡Entonces, vamos a prepararnos algo rico!

Feriha comenzó a buscar los ingredientes para cocinar un pastel de chocolate y peras. Estaba de antojo y no quería comer otra cosa.

En un determinado momento, y sin que ella se diera cuenta, la puerta del departamento se abrió y Emir entró a la casa. Él había conseguido adelantar un día su vuelo para darle una sorpresa a su esposa.

Emir escuchó la dulce voz de Feriha canturreando una graciosa canción infantil. Entonces, con cuidado para no hacer ruido, se asomó por la puerta de la cocina.

Y allí la vio... con la mejilla izquierda cubierta de harina.

Él sonrió, y con una traviesa idea cruzando por su mente, tomó su maleta y la escondió en la habitación. Luego golpeó la pared provocando que el eco de un sonido sordo se escuchara por toda la casa.

Feriha dejó de cantar.

¿Qué fue eso?

Emir se escondió en el cuarto intentando contener la risa, entonces la futura mamá tomó el palo de amasar y se asomó sigilosamente por la puerta. Estaba muy asustada.

¡Por Allah! ¡Por qué estas cosas tienen que pasar cuando estoy sola! —pensó mientras examinaba minuciosamente el pasillo.

Bien, al parecer no había nada extraño allí.

Tratando de darse valor, Feriha caminó hacia la sala. Pero no alcanzó a dar tres pasos cuando unos fuertes brazos la sujetaron por detrás cubriéndole la boca e inmovilizándola en un instante.

Ella dejó caer el rodillo de amasar e intentó gritar y zafarse del agarre, pero le fue imposible, quien fuera que la estuviera sujetando no tenía la mínima intención en dejarla ir.

Afortunadamente la tortura no se prolongó por mucho tiempo ya que de manera repentina su captor liberó su boca y suavizó el agarre.

— ¡Por favor no me haga daño, estoy embarazada! —suplicó llena de pánico.

Amor sin Final (Femir)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora