Amor sin Final (Femir)

52) Ünal en problemas

Prohibida la copia total, parcial o adaptación. (Seamos respetuosos con el trabajo ajeno)

AMOR SIN FINAL

Autora: Daiana Mibrani

Un nuevo día había llegado.

En Etiler, Feriha despertaba estirando plácidamente su cuerpo. A pesar de lo mucho que estaba creciendo su vientre, había dormido muy cómoda y relajada.

—Amor, despierta —susurró en los oídos de su esposo—. Emir— volvió a llamar, pero en lugar de despertar, el futuro padre se dio la vuelta acomodando su cabeza debajo de la almohada.

— ¡Anda! ¡No seas flojo! —dijo entre risas mientras apoyaba sus pequeñas manos sobre la espalda de él.

—Mmm, Feriha... ya no puedo más —murmuró con voz adormilada—. Déjame descansar un poco.

Feriha se sonrojó al escucharlo, y sin decir nada, se levantó de la cama cubriendo su cuerpo desnudo con una bata.

—Por Allah —masculló por lo bajo.

¿Cómo se atrevía Emir a decir semejante cosa? Era verdad que en los últimos días había estado un poco más receptiva en el aspecto íntimo, ¡pero tampoco era para tanto!

— ¿Amor? —susurró el muchacho entreabriendo los ojos. Al parecer su pequeña broma había molestado a su esposa.

Feriha se metió al baño sin responderle.

Entonces, Emir se removió entre las sábanas enderezando su cuerpo. Luego de la apasionada noche que había tenido con su mujer, se sentía tan bien que estaba de un humor estupendo.

—Si no te levantas ahora mismo, me iré sola —espetó Feriha al regresar a la habitación.

Ese día habían acordado una reunión con Levent en el hotel. Ambos iban a platicar acerca de los negocios en América, y sabiendo lo celoso que Emir era respecto al capitán, Feriha le había pedido que la acompañara. Situación que el joven había aceptado sin dudar.

— ¿Estás molesta, cariño? —preguntó en tono inocente.

Ella lo miró con cara de pocos amigos. Su marido estaba echado en la cama con los brazos encima de la cabeza y su espectacular abdomen al descubierto, solo la suave tela de las sábanas cubría la parte inferior de su cuerpo.

—Aún es temprano, podemos quedarnos un rato más —agregó con una sonrisa divertida.

¡Maldición!

Feriha estaba segura de que Emir lo estaba haciendo apropósito, se estaba aprovechando de su debilidad momentánea. Siempre era ella la que se hacía la difícil y él el que no podía contenerse, pero en los últimos días los roles se habían invertido.

—No lo lograrás.

— ¿Qué cosa? —preguntó haciéndose el tonto.

Feriha se dio la vuelta mordiéndose el labio inferior. Sentía que poco a poco un cosquilleo comenzaba a invadirla de pies a cabeza.

Emir se levantó de la cama completamente desnudo, y antes de que Feriha pudiera notarlo, se acomodó detrás de ella posando sus manos sobre sus pequeños hombros.

—Yo solo quiero que nos quedemos un rato más, aun es temprano para ir al hotel —susurró haciéndole unos suaves masajes—. Quiero tenerte entre mis brazos, cariño.

Feriha cerró los ojos dejándose llevar por la cálida sensación que las palabras de su amado provocaban en su cuerpo.

—Dijiste que estabas cansado de mí —murmuró sintiendo que en cualquier momento las piernas dejarían de sostenerla.