Amor sin Final (Femir)

10) Noticia Inesperada

Prohibida su copia total, parcial o adaptación (Seamos respetuosos del trabajo ajeno)

AMOR SIN FINAL

Autora: Daiana Mibrani 

En una elegante cafetería, una hermosa joven de cabello rubio contemplaba el paisaje primaveral bañado por los cálidos rayos del atardecer. De vez en cuando, la chica echaba una mirada a su reloj pulsera de manera impaciente.

—Buenas tardes, ¿qué va a ordenar señorita? —preguntó un mesero mirándola de arriba hacia abajo.

Pocas veces había visto mujeres tan bellas en aquel bar.

—Nada por el momento, estoy esperando a una amiga —respondió de manera cortante al darse cuenta de la mirada indiscreta del camarero.

—Ya veo... ¿Es una linda vista, verdad?

El muchacho señaló el hermoso paisaje del Bósforo que se podía apreciar a través del enorme ventanal.

—Sí, y se disfruta mejor en soledad.

En esos momentos, una chica se acercó corriendo al lugar.

— ¡Hande! —saludó algo agitada—. Lo siento, se me hizo un poco tarde.

— ¿Un poco? Feriha, tú fuiste la que me citó aquí. Si me hubieras dicho que ibas a llegar a esta hora, mejor nos habríamos juntado en un restaurante a cenar —soltó en un tono entre sarcástico y divertido.

—De verdad, discúlpame —se excusó sonrojada al recordar el motivo por el cual había llegado tarde.

Después pasar un grato momento familiar almorzando con sus padres, Feriha había regresado al hotel junto con Emir, y tras una larga conversación acerca de su futura boda, ambos habían terminado la tarde en una cálida sesión de besos y arrumacos. Cuando se dieron cuenta el tiempo ya había pasado, y pese a que Feriha había intentando echarle la culpa a Emir, en el fondo sabía perfectamente que la responsabilidad era de ambos por igual.

—No importa. —Hande se encongió de hombros—. Y tú no te quedes ahí parado que ahora sí vamos a ordenar —espetó dirigiéndose al mesero que se había quedado anonadado mirando a Feriha.

¿De dónde habían salido esas dos mujeres tan bellas?

— ¿Q-qué van a ordenar las señoritas? —preguntó sosteniendo una libreta.

¿Sería correcto si les pasaba su número de teléfono?

—Yo quiero un capuchino y un tiramisú.

—Yo solo un café —pidió Feriha amablemente.

El camarero la miró embobado, pero tras percibir una mirada poco amigable de la chica de cabello rubio, decidió marcharse descartando sus intentos de conquista. Algo en su interior le decía que podía llegar a tener serios problemas y lo que menos necesitaba en esos momentos era perder su empleo.

— ¿Estas a dieta?

—No, es solo que comí demasiado. Hace mucho que no probaba la comida de mi madre.

— ¿Tu madre? —preguntó sorprendida—. ¿No se había marchado a tu pueblo?

—Sí, pero hoy regresó junto a mi hermano menor... ¿Y sabes qué? ¡Arreglé la situación con mi padre y al final me perdonó!

Hande sonrió.

—Me alegro mucho, ahora entiendo porque traes esa cara de felicidad. Luces muy diferente a como te veías hace unos días en la terraza del hotel —afirmó mirándola con suspicacia. Su aguda intuición le decía que su amiga escondía algo más.