105) La crueldad de Ece

853 53 14
                                    

Prohibida la copia total, parcial o adaptación (Seamos respetuosas con el trabajo ajeno).

AMOR SIN FINAL

Autora: Daiana Mibrani


Zehra y Gülfidan estaban en el restaurante discutiendo la receta de un nuevo plato que dentro de poco comenzaría a servirse en el menú. Aún era bastante temprano por lo cual el local estaba cerrado y sin clientes.

Las dos mujeres esperaban ansiosas la llegada de Feriha que había quedado con su madre en ir a visitarla.

— ¿Por qué no llega esta niña?

—Calma Zehra, aún es temprano y quizás le surgió algún inconveniente con el bebé.

La amorosa abuela se preocupó al oír esas palabras y rápidamente buscó su celular.

—La llamaré.

Gülfidan se encogió de hombros sabiendo que nada de lo que pudiera decir serviría para detener a su exagerada amiga

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Gülfidan se encogió de hombros sabiendo que nada de lo que pudiera decir serviría para detener a su exagerada amiga.

Mientras Zehra buscaba el numeró de su hija, un lujoso jeep estacionó en frente del restaurante.

— ¡Mira eso!

La madre de Feriha dejó caer el teléfono al piso.

— ¡Por Allah! ¿Por qué gritas así? ¡Casi me matas de un infarto! —se quejó molesta.

— ¡Es que no puedo creerlo! ¿Esa es Hatice? —preguntó señalando con el dedo hacia la ventana.

Zehra miró en la dirección indicada y sus ojos se abrieron como platos. Levent acababa de estacionar frente al restaurante con su cuñada como copiloto.

—Por Allah.

Las dos mujeres se asomaron por la ventana con sigilo para observar la curiosa situación.

Levent salió del automóvil y le abrió la puerta a la madre de Gülsüm, quien bajó como si fuera toda una celebridad, y sin siquiera despedirse, caminó hacia la entrada del restaurante.

El capitán miró a la mujer con una sonrisa discreta, y luego de negar disimuladamente con la cabeza, subió a su vehículo y se marchó del lugar.

Cuando Hatice entró al establecimiento, Zehra y Gülfidan la miraron en busca de respuestas, pero la señora hizo caso omiso y se acomodó en una de las sillas como si fuera una clienta más.

—Buenos días —saludó.

—Hatice, ¿qué fue eso?

— ¿De qué hablas? —respondió haciéndose la desentendida.

Zehra puso los ojos en blanco.

— ¡Por Allah, mujer! ¡Acabas de venir en el auto con el profesor Levent! —exclamó Gülfidan escandalizada.

Amor sin Final (Femir)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora