Esta historia es un fanfic de la novela turca El Secreto de Feriha.
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¿Qué ocurrió en los diez días previos a la boda de Emir y Feriha? ¿Cómo fue que realmente...
Prohibida la copia total, parcial o adaptación. (Seamos respetuosos con el trabajo ajeno).
AMOR SIN FINAL
Autora: Daiana Mibrani
Sanem estaba en la sala de juntas esperando a los dueños del hotel. Su cara irradiaba una profunda y enorme felicidad.
—Aun no puedo creerlo —comentó emocionada mirando a Yavuz.
El joven estaba recargado sobre la pared con una expresión serena en su rostro.
— ¡Estoy demasiado feliz!
Puede que su plan con Güneş no diera los resultados esperados, pero al menos tendría la satisfacción de recuperar todo lo que era suyo. ¡Sanem no podía esperar más por ver la cara de Cansu!
—Te lo mereces querida —dijo Yavuz con una sonrisa torcida.
La mujer le devolvió el gesto mirando al abogado que estaba sentado sobre la mesa revisando los documentos que en breve la convertirían en socia mayoritaria del hotel.
Días atrás, luego de la partida de Güneş a Suiza, Yavuz le había dicho que le ayudaría a recuperar las acciones que le correspondían por ser la viuda de Haldun İlhanlı. Sanem desconocía el motivo por el cual él había cambiado de opinión, puesto que inicialmente se había negado argumentando que no quería meterse con una niña inocente, pero fuera cual fuera el motivo, a ella poco le importaba. Su cabeza no podía pensar en otra cosa más que en obtener venganza por todo lo que su hijastra y los demás le habían hecho.
Tras unos minutos, la puerta de la sala de juntas se abrió dejando ver a los tres socios y a Emir, quien se encontraba allí puesto que los intereses del club también estaban inmiscuidos en el asunto. Además de que no sería capaz de dejar a Feriha a solas con esos sujetos.
—Tiempo sin vernos. —Sanem sonrió con sorna.
Cansu estaba dispuesta a enfrentarla, pero Feriha le puso su mano en el hombro intentando tranquilizarla.
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—Será mejor que tomes tus pastillas, querida Cansu. Después de lo que vengo a decirles, créeme que las necesitarás —habló en tono burlón.
— ¡Ahora mismo llamaré a seguridad para que te saquen!
¡El odio que la muchacha sentía hacia su madrastra era tan grande, que sin importar el tiempo transcurrido, jamás lograría perdonarla!
—Déjala hablar —pidió Levent. Era mejor terminar con el asunto lo más rápido posible—. Dinos qué quieres, ¿para qué viniste?
La mujer caminó hacia el abogado y se sentó frente a él.
—Eso era lo que quería oír.
Emir, lejos de escuchar el parloteo de Sanem, no podía sacarle los ojos de encima a Yavuz. ¡El muy imbécil estaba allí parado como si nada! ¡Después de todo el daño que le habían causado él y su estúpida hermana!
